Creo que la mayoría de los lectores habrá visto la película Forrest Gump. Estrenada en 1994 y dirigida magistralmente por Robert Zemeckis, el film cuenta la increíble vida de un hombre que nace con una discapacidad mental, pero que, gracias a su buen corazón, perseverancia y algunos talentos alcanza hazañas asombrosas y, a la vez, tocado por una suerte “especial” logra estar presente en momentos clave de la historia contemporánea de Estados Unidos.
Uno de los pasajes que más me gusta es cuando Forrest crea la empresa pesquera Bubba Gump. Luego de sobrevivir a la guerra de Vietnam, sin saber nada de barcos ni de camarones y guiado por una promesa realizada a su amigo “Bubba” en su lecho de muerte, llega a Louisiana e invierte lo que había ahorrado como soldado en un barco camaronero. El tipo que le vendió el barco se rio a carcajadas de su emprendimiento. Las pésimas jornadas de pesca en los días sucesivos no harían más que confirmar que no había sido una buena idea. Sin embargo, un día su desconocimiento del oficio lo lleva a salir a pescar y enfrentar un huracán en altamar mientras los otros barcos se guarecían en el puerto. Luego de sufrir el embate de olas y vientos descomunales logra sobrevivir y regresar a salvo, para darse cuenta que la tormenta había arrasado con la flota camaronera de la región y, por ende, el único barco disponible para pescar era el suyo. Así, con su particular fortuna, logra asentar las bases de una exitosa empresa.
Como emprendedores u hombres de negocios, siempre tendemos a buscar el mejor momento para lanzar nuestros proyectos. El miedo al fracaso, a lo incierto y al riesgo nos inhibe de invertir o avanzar esperando el “momento propicio”. Pero, ¿existe acaso ese momento? Obviamente hay veces en que sí es conveniente esperar a que cambien las condiciones, pero es cierto también que el aguardar “un mejor momento” es una buena excusa para no enfrentar nuestros miedos. En nuestro caso, como Yentzen Group, hace casi cuatro años y en los primeros días de la pandemia, nos enfrentamos a la difícil decisión de seguir adelante o frenar nuestro proyecto de lanzar una revista impresa. La decisión fue avanzar, con valentía, o quizás ignorantes -al igual que Forrest- del tamaño del huracán que representaría el Covid-19. En esas condiciones nació Visión Frutícola. Desde el principio la revista tuvo una gran aceptación en Chile y Perú. La combinación del correcto contenido comercial, el incorporar la visión del negocio de los grandes líderes y, a la vez, el proveer contenido entretenido incluyendo historias y anécdotas de nuestra industria fueron la clave del éxito. Posteriormente, gracias a su versión digital, logró llegar también al resto de Latinoamérica.
La misma fórmula nos permitió unos años más tarde conquistar el mercado norteamericano a través de Vision Magazine US, revista hermana dirigida a los más de 3.000 compradores de supermercados e importadores de frutas de Estados Unidos y Canadá.
Hoy, cual padres orgullosos, les anunciamos que, dado el éxito obtenido en ambas publicaciones, hemos decidido unificar sus nombres y potenciar una sola marca: Vision Magazine. De ahora en adelante ambas publicaciones compartirán logotipo y estética, sin embargo, su línea editorial se mantendrá inalterada, enfocándose como siempre en proveer el mejor contenido a sus respectivos países y regiones.
Les agradecemos su fiel lectoría y el permanente apoyo en esta gran aventura, y los invitamos a disfrutar de nuestro contenido ¡ahora en Vision Magazine Latinoamérica!