Periodista de profesión, de una familia cercana al mundo agrícola, Sofía Ramírez -Venture Partner en AgFunder, fondo de capital riesgo que invierte en emprendedores tecnológicos audaces que transforman rápidamente el sistema de alimentación y agricultura- ha tenido una carrera ascendente motivada por la curiosidad que incluso la ha llevado a vivir en países como Singapur, México, pasar mucho tiempo en Perú, vivir en la ciudad de San Francisco y, justo antes que comenzara la pandemia, se mudó a Miami, lugar donde cuenta que el mundo de la tecnología está creciendo fuertemente.
A los 24 años comenzó “A mí sí me importa”, una plataforma de crowdfunding que ayuda a las comunidades en situación de emergencia; después se sumó a la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) en donde la tecnología e innovación le llamaron la atención por primera vez. “Me encantó poder apoyar a emprendedores y poder entender cómo están funcionando las empresas tecnológicas. Luego en 2014 fui a Singularity (programa de tecnología) y ahí fue cuando me cautivó el tema de la tecnología agroalimentaria, ya que vi que, al ser una necesidad básica y pertenecer a la industria menos digitalizada del mundo, hay una oportunidad gigante. Además, estaba iniciándose un cambio fuerte en las tendencias de alimentación. Al volver, me sumé a Liventus que es una empresa de tecnología pura y dura. Ellos reducen la tasa de respiración de la fruta usando atmósfera controlada mediante un sistema plug and play para contenedores. La empresa fue creciendo y abrimos casi 13 operaciones en distintos países”, comenta.
Fue en este último lugar donde le tocó conocer el mundo agrícola desde el punto de vista de la tecnología. Lideró la apertura de operaciones en Perú, México, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Europa, y fue en ese momento que Sofía Ramírez pensó: “What´s next?”. “Me di cuenta que los desafíos se repetían bastante entre países. Las condiciones de cada país son súper diferentes, pero también ‘parecidos’, en el sentido de que cada región local tiene sus desafíos, que enfrenta localizando los procesos agrícolas para enfrentarlos. Por lo mismo, era una industria poco estandarizada en términos de procesos. A lo anterior, se le sumaba que el mundo agrícola era mucho menos digitalizado, con fuertes silos y mucho menos disponibilidad de conectividad que posibilitara una mayor digitalización. Lo anterior y otros temas, me hicieron ver que había una gran oportunidad en integrar tecnología, no solo a nivel de generar data, sino que también de darle sentido para la toma de decisiones tanto internas como del resto de la cadena de suministro involucrada, llegando desde vivero y productor hasta supermercado y consumidor. Esa integración digital viene muy unida con la tendencia de integración vertical del negocio, donde ambas puntas están invirtiendo activamente en reducir los intermediarios y conectarse directamente, integrándose hacia adelante o hacia atrás en la cadena.
La profesional en ese momento quería saber qué tendencias venían en la tecnología y fue a estudiar a Berkeley. En ese entonces ya conocía al fondo de Venture Capital basado en San Francisco y referente global en inversiones en agricultura y alimentación, AgFunder. Buscando saber cómo era estar del otro lado de la mesa, contactó a Rob Leclerc, Founding Partner de AgFunder y el resto es historia.
Si bien su rol no se suscribe únicamente a América, Ramírez ha liderado inversiones en la Latinoamérica así como también se ha involucrado activamente con el mundo agroalimentario americano y latinoamericano, apoyando a emprendedores tecnológicos, a grandes empresas e inversionistas que tienen interés en este espacio. Así mismo, también es parte del Consejo de Miami de The Nature Conservancy, ONG líder global en temas de conservación y ha asesorado a empresas y empresarios de la región que están viendo cómo invertir en fondos, colaborar con startups, y digitalizarse.
EL MERCADO EN CHILE Y PERÚ
La Venture Partner de AgFunder cuenta que el encuentro de la tecnología con la agricultura es una reunión que se estaba buscando, es un mundo que quiere entender la cantidad de datos que hoy día tiene, pero que no necesariamente le están ayudando a tomar decisiones. Es un mundo nuevo en Latinoamérica y que aún le falta mucho por crecer.
En cuanto a Perú y Chile, Ramírez afirma que siguen siendo grandes proveedores de alimentos especialmente en productos intensivos como arándanos, palta, uva o el mango en Perú y, en ese sentido, afirma que es interesante ver cómo estas categorías se han ido desarrollando a lo largo de los últimos años. “Solo hay que ver el crecimiento que están teniendo categorías como uvas, paltas y arándanos para darse cuenta de que ahí es un muy buen lugar para que empresas de tecnologías puedan desarrollarse y entregar sus servicios”, asegura.
En ambos países se está viendo un desarrollo de empresas de tecnología foodtech. En el caso de Chile Ramírez cuenta que las empresas de foodtech están bastante más consolidadas que las de tecnología agrícola, existiendo una explosión de empresas desarrollando diferentes productos alimenticios e innovaciones de cara al consumidor. Sin embargo, asegura que viene una ola muy fuerte de agtech. “Especialmente en todo lo que tiene que ver con trazabilidad, conservación de la calidad y empaques, marketplaces de insumos o gestión de compras, soluciones financieras, fintech, agricultura de precisión – gestión en base a datos de agua, suelo, plagas, control de malezas, polinización, nutrición, labores, heladas – y biotecnología.
“En el caso de Perú y dado el menor desarrollo del mundo de inversión en tecnología, muchas empresas buscan sus primeros inversionistas fuera del país. En Chile existe mayor profundidad en ese mercado y buenos inversionistas locales que invierten en las etapas iniciales”.
Es interesante ver cómo están apareciendo nuevas empresas tecnológicas y cómo están creciendo las pocas que había hace 5 años. En Chile y Perú, hoy hay una atracción de talento hacia el mundo de la tecnología para la agricultura que no se había visto antes. En el caso de Perú y dado el menor desarrollo del mundo de inversión en tecnología, muchas empresas buscan sus primeros inversionistas fuera del país. En Chile existe mayor profundidad en ese mercado y buenos inversionistas locales que invierten en las etapas iniciales, dejándolos en una buena posición para salir fuera del país y la región posteriormente. Nosotros estamos súper interesados en poder encontrar soluciones que estén atendiendo en ambos países dado que todavía no tenemos una inversión allí”, explica.
En este sentido la profesional plantea que el crecimiento en inversión y cantidad de empresas tecnológicas, puede estar asociado a que el mundo agroalimentario cada vez está más digitalizado, algo que no ocurría años atrás. Poco a poco, esto está haciendo que las soluciones tecnológicas en agricultura encuentren clientes que están más familiarizados con ellas, provocando que los ciclos de ventas empiecen a acortarse, las necesidades sean más claras y que la demostración de valor de las soluciones sean más rápidas. Sin embargo, cabe recalcar que, si bien la tendencia a digitalizarse está creciendo en la industria, aún las empresas tecnológicas compiten fuertemente con la coordinación por WhatsApp, el cuaderno y planillas, siendo clave para éstas el lograr una mayor adopción mediante una entrega de valor simple para el usuario, diferente y clara, enfocada en un problema frecuente, prioritario y grande.
EL CRECIMIENTO
Si se hace un poco de historia, Ramírez recuerda que la inversión institucional en la agricultura creció más fuerte después de la crisis financiera de 2008 en donde se vio que estos activos alternativos son contra cíclicos y eso empezó a tener un mayor valor. Primero entraron capitales hacia la tierra y luego partió la ola en inversiones de tecnología para esas industrias, por lo tanto, se trata de una clase de activos relativamente nuevos tanto en inversiones en agricultura como en tecnología para la agricultura. “En ese sentido es interesante, porque actualmente hay muchos fondos que buscan estos activos muy agresivamente a nivel global”.
Esta tendencia global de capitales institucionales tradicionales invirtiendo en tierras y empresas agrícolas, cuenta Ramírez, ha tenido una fuerte bajada en Latinoamérica, entre los que se encuentran Perú y Chile. Lo anterior ha sido secundado por un aumento de inversiones en empresas tecnológicas enfocadas en el mundo agroalimentario. Desde entonces se empezó a reconfigurar el espacio, impulsando un cambio en esta industria que tiene una baja estandarización de procesos y que continúa siendo la industria menos digitalizada de todas.
“Actualmente hay muchos fondos que buscan estos activos muy agresivamente a nivel global”.
En la misma línea, la Venture Partner cuenta que las inversiones en agrifoodtech han crecido fuertemente en la región y da un ejemplo claro al respecto. “En Latinoamérica, en solo un mes de 2020 se invirtió el doble que todo el año 2019. Eso te da una mirada bastante fuerte de cómo está creciendo”.
A nivel global, Estados Unidos lidera en términos de montos invertidos y número de inversiones en agrifoodtech. La ejecutiva cuenta además que, a nivel latinoamericano, Brasil es el número uno en cantidad de startups; le sigue Argentina; en tercer lugar, está Chile y que México viene creciendo con fuerza. Después está Colombia y cierra Perú.
TENDENCIAS
Sofía Ramírez cree además que todas las tendencias globales actuales están alineadas con la sustentabilidad y la transparencia, es decir, cómo producir más con menos: Menos químicos; eficiencia en el manejo de los recursos; menos superficie y contaminación; menos desperdicio alimentario; con mayor información hacia el consumidor; y con una cadena suministro más corta. Todo lo anterior alineado con cómo producir de una manera más sustentable tanto en el campo como en el transporte, el empaque, en la cadena de suministro, en la comercialización y la distribución final. Y los números así lo avalan.
Ella identifica que la mayor cantidad de startups en Chile y Perú son de agricultura de precisión. “En Latam más del 60% de las agtech entregan soluciones tecnológicas ligadas a la digitalización, especialmente en recolección de datos, monitoreo y análisis de éstos, tomando información de diferentes orígenes como pueden ser sensores remotos en drones, campo u otros; GPS; estaciones de monitoreo en campo, clima, entre otros. Esto se traduce en soluciones de gestión de agua, gestión de plagas, gestión de labores, gestión de aplicaciones, control de malezas, polinización, nutrición, gestión del clima y predicción de heladas, y así”. Por lo mismo es que se prevé un aumento en la adquisición de este tipo de startups.
Estados Unidos lidera en términos de montos invertidos y número de inversiones en agrifoodtech. La ejecutiva cuenta además que, a nivel latinoamericano, Brasil es el número uno en cantidad de startups; le sigue Argentina; en tercer lugar, está Chile y que México viene creciendo con fuerza.
Dado su carácter de potencias exportadoras y su crecimiento hacia destinos lejanos, Perú y Chile también son fuertes en packaging y conservación. “Los productos agrícolas están expuestos a tiempos de tránsito más largos, compuestos por cadenas de frío complicadas y una compleja combinación de logística terrestre, marítima y aérea. Esto ha sido una oportunidad para que empresas de tecnología locales hayan crecido fuertemente en la región y estén explorando fuera de ellas, desde coatings para fruta, pasando por economía circular en empaques, packagings inteligentes, nuevas tecnologías ligadas a atmósferas controladas/modificadas, sachets de 1mcp, hasta sistemas de gestión integrada de evaluación, monitoreo y mejora de la calidad, entre otros”, agrega.
A lo anterior se suman los marketplaces de insumos o gestión de compras/licitaciones. Además, señala que las áreas en las que ha visto mayor actividad y que se han robustecido versus períodos anteriores son: La biotecnología y genética; fintech en agricultura, aplicada a seguros, créditos, análisis de riesgo, entre otros; tecnología para invernaderos; y en Chile y Perú destaca el agua y la salud animal.