El fenómeno viral que remece el mercado mundial del pistacho
Chocolate Dubái

El fenómeno viral que remece el mercado mundial del pistacho

Lo que empezó con un antojo y siguió con un viral en redes sociales, terminó disparando la demanda global de un fruto que tiene como principales productores a Estados Unidos, Irán y Turquía. ¿El boom le abre espacio a Sudamérica?


Por Danilo Phillipi

En 2021, Sarah Hamouda, una joven británico-egipcia radicada en Dubái, buscando saciar su antojo de embarazo, mezcló capas de chocolate con crema de pistacho e ingredientes tradicionales como tahini e hilos kadaifi. Su inspiración era el knafeh, un postre típico que le evocaba su infancia.

El resultado fue una delicatessen de textura crujiente, que al degustarla provocaba una indescriptible explosión de sabores.

El entusiasmo de amigos y conocidos fue tal que Sarah decidió fundar FIX Dessert Chocolatier, una empresa que pronto pasaría de emprendimiento casero a fenómeno global.

Durante dos años, el chocolate Dubái circuló como un secreto gourmet en cafés selectos y tiendas boutique… hasta que en diciembre de 2023 la influencer María Vehera publicó en TikTok un video que lo cambió todo. En cuestión de días el clip superó los 120 millones de reproducciones. Desde entonces, el chocolate Dubái se convirtió en objeto de deseo en redes, restaurantes y aeropuertos internacionales, impulsando la aparición de imitadores en todo el mundo.

La locura por este chocolate no es solo un fenómeno gastronómico. Es un ejemplo perfecto de cómo un producto viral puede impactar en las cadenas globales de suministro. El ingrediente estrella, el pistacho, vio disparar su demanda en cuestión de meses. Según el Financial Times, el precio internacional pasó de 7,6 dólares por libra en 2024 a 10,3 dólares en 2025, un alza histórica que está tensionando a los principales productores mundiales: Estados Unidos (California), Irán y Turquía, que concentran más del 90% de la oferta global. El 10% restante se reparte entre España, Grecia y Australia, además de Siria, un productor histórico que hoy busca reverdecer lauleres.

En Sudamérica el cultivo de pistacho aún es incipiente. Ha comenzado a desarrollarse en países como Chile y especialmente en Argentina, con ensayos productivos y proyectos comerciales en marcha.

Chile posee una reconocida capacidad para producir frutos secos como nueces, almendras, avellanas y ciruelas deshidratadas. Sin embargo, con el pistacho el camino ha sido más complejo. Con solo 100 hectáreas plantadas a la fecha, existen proyectos experimentales en las regiones de Coquimbo y Metropolitana, donde el clima semiárido, la radiación solar y la estacionalidad son similares a las condiciones del Valle Central de California.

Bastante más avanzado está Argentina, que ya cuenta con más de 5.000 hectáreas en producción entre San Juan y Mendoza, zonas que ofrecen suelos adecuados y clima continental árido, aunque aún con desafíos vinculados al acceso al agua y al tiempo de maduración de las plantas.

Perú, por su parte, evalúa impulsar proyectos en altura o zonas más secas de la costa, especialmente con sistemas de riego tecnificado.

Con todo, hoy la superficie cultivada en Sudamérica es marginal, pero las proyecciones apuntan a un crecimiento sostenido si se alinean los incentivos, el acceso a genética de calidad y el conocimiento técnico.

Entrar al negocio del pistacho no es trivial. Requiere inversión de largo plazo y resiliencia ante la espera de retorno: el pistachero tarda en entrar en producción, lo hace por lo general a partir del cuarto o quinto año. Y si bien empieza a ser rentable a partir del octavo, no alcanza su pleno rendimiento hasta los 12 años desde su plantación.

Pero las señales están sobre la mesa: el mundo demanda pistacho, lo paga bien, y busca diversificar su origen. Además, a diferencia de otros cultivos más intensivos en agua o con precios volátiles, el pistacho ofrece márgenes atractivos si se integra a cadenas de valor sofisticadas como la del chocolate premium.

La clave, dicen los expertos, será invertir en genética adaptada, infraestructura de riego y asociaciones con la industria del chocolate premium y snacks saludables.

Con el cambio climático desplazando cultivos tradicionales, el pistacho aparece como una alternativa con rentabilidades de hasta 15.000 dólares por hectárea en escenarios de precios altos, según estimaciones del International Nut Council.

La escasez global ya está empujando a empresas a buscar nuevas zonas de cultivo fuera de Medio Oriente y California. Y España, de la mano de grandes fondos de inversión, está aspostando fuerte por el pistacho.

En Sudamérica, los costos de tierra y agua son más competitivos, y países con tratados de libre comercio —como Chile y Perú— podrían abastecer a mercados premium en Asia y Europa. La clave, dicen los expertos, será invertir en genética adaptada, infraestructura de riego y asociaciones con la industria del chocolate y snacks saludables, que mueven más de 180 mil millones de dólares al año.

Afirmar que Sudamérica se convertirá en el nuevo polo exportador de pistacho es, sin duda, aventurado. Lo que sí está claro es que el chocolate Dubái, más que un fenómeno viral, es la prueba de que, en la inasible era digital, un post o un reel tienen la capacidad de redefinir cultivos, precios y estrategias agrícolas a escala global.

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