Iniciamos el año 2025 en un mundo cada vez más convulsionado, donde los países centrales enfrentan diversas crisis políticas y sociales, impulsadas por factores económicos ligados a la productividad, el envejecimiento poblacional, la inmigración y las crisis de deuda. Estados incapaces de responder eficazmente a las necesidades y expectativas de sus ciudadanos agravan esta situación, mientras que los conflictos militares en distintas regiones del mundo aumentan la inestabilidad global.
Desde esta perspectiva, Latinoamérica no es ajena a muchos de estos desafíos. Sin embargo, en el caso de nuestra región, el futuro parece depender más de nuestras propias acciones que de las condiciones internacionales.
En este contexto, las últimas dos décadas han demostrado con creces los beneficios que el sector agrícola y agroindustrial, en todas sus cadenas, puede aportar en términos de inversión, desarrollo económico, generación de empleo y divisas, así como en la contribución a los ingresos fiscales. La gran pregunta es: ¿Cómo puede la región posicionarse en este mundo cada vez más volátil?
UNA NUEVA OLA DE INVERSIONES EN EL SECTOR FRUTÍCOLA DE LATINOAMÉRICA
Desde Valoral Advisors, desempeñamos un rol privilegiado como asesores de inversores, lo que nos permite tener una visión global de las tendencias del sector y del interés de inversores privados e institucionales. Observamos que nos encontramos en un momento clave para la agricultura en Latinoamérica, un punto de inflexión que merece atención y preparación para lo que está por venir.
En particular, el sector frutícola ha experimentado en las últimas dos décadas un crecimiento sostenido en inversión, lo que ha permitido expandir y diversificar la producción, principalmente en los países de la región andina. Este ciclo de inversión, financiado en parte por capital institucional internacional, ha dejado tanto experiencias exitosas como lecciones aprendidas que hoy resultan fundamentales para el desarrollo de nuevos proyectos.
De cara al futuro, estamos presenciando la llegada de una nueva generación de inversores institucionales que están ampliando gradualmente su enfoque para evaluar oportunidades en Latinoamérica. Entre ellos se encuentran fondos de pensiones de Norteamérica y Europa, compañías aseguradoras, fondos especializados en agricultura e incluso algunos fondos soberanos.
Estos inversores persiguen dos objetivos principales: uno financiero, centrado en la generación de retornos atractivos, y otro estratégico, enfocado en la conservación y regeneración del capital natural mediante desarrollos agrícolas sostenibles que promuevan el buen manejo de suelos, agua y biodiversidad. Si bien la seguridad alimentaria sigue siendo un factor relevante, su peso relativo parece menor en comparación con los otros dos.
Otro aspecto clave en esta nueva etapa de inversión es una evaluación más rigurosa de los fundamentos de oferta y demanda de cada cultivo, las ventajas competitivas de cada región y el potencial de generación de valor a través de la integración vertical del negocio.
Dicho de otra manera, los nuevos inversores, aun sin experiencia previa en el sector, han aprendido de las experiencias de sus predecesores y serán más exigentes al validar la rentabilidad de los proyectos. La pregunta ahora es: ¿Cómo atraer a estos nuevos inversores?
TRASCENDER LA REGIÓN CON AMBICIÓN GLOBAL
Hasta ahora, la dirección principal del flujo inversor ha sido de afuera hacia adentro de la región. Son pocas las experiencias de grupos locales y regionales que han invertido fuera de Latinoamérica.
Más allá de algunos proyectos por ejemplo en Marruecos, destacan casos recientes como la inversión de Hortifrut en la empresa portuguesa Bfruit y en la española Berries Atlantic Blue, la adquisición de Sunshine Raisin Corporation en Estados Unidos por parte del Grupo Sutil, o las inversiones recientes de la empresa peruana Virú en España, entre otros.
¿Por qué es relevante esta observación? Hasta ahora, la expansión ha ocurrido principalmente mediante asociaciones con socios locales en mercados específicos, un enfoque lógico y prudente. Sin embargo, en el próximo ciclo de inversión, aquellos que logren presentar una visión verdaderamente global tendrán mejores oportunidades de captar el interés de inversores que buscan diversificar sus carteras internacionales.
Estos inversores buscan componentes locales en un portafolio global que sea lo más resiliente posible a los ciclos de producción de cada fruta, a las variaciones climáticas y a las fluctuaciones geopolíticas. Para ello, es fundamental enmarcar la oportunidad en el contexto internacional y acercar una ambición estratégica alineada con los intereses de estos inversores.
En esta nueva hoja de ruta, será clave seguir apostando por cultivos con contextos favorables de oferta y demanda, desarrollar variedades más atractivas y resilientes, optimizar los procesos en finca y postcosecha, y fortalecer las relaciones comerciales a nivel global.
Asimismo, será crucial mejorar la comunicación con los inversores internacionales interesados en la región, quienes aún enfrentan dificultades para conectar con los actores locales.
Crear puentes efectivos entre el sector frutícola latinoamericano y el capital global permitirá aprovechar plenamente las oportunidades de este nuevo ciclo de inversión, consolidando a la región como un actor clave en la producción frutícola mundial.