La conversación empieza con risas. Agustín ha llegado unos pocos minutos tarde a la cita virtual, se disculpa y enseguida dice estar dispuesto a responder a mis preguntas. Comienzo comentándole que el día anterior mientras preparaba el cuestionario para la entrevista me distraje un rato con el descubrimiento semanal de Spotify; le pregunto si él también suele procrastinar por la música. “Mirá –me dice– yo en realidad uso más YouTube que Spotify, y solamente cuando me estoy bañando, manejando o cuando estoy en el gimnasio, para escuchar algunos canales que sigo, sobre todo los que me brindan información de Estados Unidos, de política nacional e internacional, también escucho algunas clases y conferencias”.
Cuando está en casa anda con libros todo el día –procura leer ocho horas diarias–, salvo en esos tiempos que él llama “muertos”, como son la ducha, el auto y el gimnasio. Televisor no tiene, asegura. –¿Y para la música no hay espacio? Un poco, dice; escucha punk rock, “de hecho, tuve una banda de punk, tocaba la guitarra. Desde muy chico sigo a los Blink-182”.
Con 2.4 millones de suscriptores en YouTube y 1.2 millones de seguidores en Instagram, Agustín Laje (35) es algo así como un rockstar de la derecha latinoamericana. Etiquetado muchas veces como ultra derechista y ultra conservador, él, con más detalle, se ha descrito ideológicamente como paleolibertario, minarquista y abiertamente antifeminista. Cercano a Javier Milei y enemigo declarado del llamado “marxismo cultural”, Laje ha publicado varios libros de filosofía política, como “El libro negro de la nueva izquierda” (2016), “La batalla cultural” (2022), y “Generación idiota: Una crítica al adolescentrismo” (2023). Y, bueno, es un conferencista muy demandado en países de habla hispana.
Más que un trabajo, las giras son para Agustín un combate, una guerra de ideas, de palabras, de símbolos, de libros, de argumentos. Si lo suyo tuviese un cálculo económico, más fácil sería dedicarse solo a ser youtuber, asegura, “¡incluso podría ganar más plata!”. Pero a él le gusta la cercanía con el público, y las batallas no se ganan quedándose en casa; las batallas suceden, por ejemplo, en un set de televisión de un país que no es el suyo, en entrevistas que muchas veces terminan viralizándose, y que le generan sentimientos encontrados: por un lado, le divierte hacerlas, pero por otro activan la gastritis crónica que padece desde hace once años.
“El 2013 fue el año en que me enfermé de gastritis crónica, el único padecimiento que tengo, mi salud es bastante fuerte. Pero en ese año dormía un promedio de cuatro horas diarias; tenía que pagar mis estudios de ciencia política en una universidad privada, la única que tenía esa facultad en mi ciudad (Córdoba); tuve que ir alternando entre cuatro trabajos distintos. En esa época ya escribía libros y hacía giras, aunque solo en Argentina. El tiempo nunca me ha sobrado para nada, pero ahora procuro dormir siete horas”.
Agustín, ¿crees que es posible un mundo como el que describía John Lennon en la canción Imagine? Un mundo sin fronteras, sin países, sin religiones, sin posiciones, sin codicia. Un mundo que sea uno solo…
Creo que sería el peor de los mundos, una distopía totalitaria como pocos han imaginado; un mundo donde no se puede disentir, en el que no hay ninguna posición realmente distinta que valga la pena reivindicar. Un mundo sin conflicto es un mundo en el que tiene que existir un enorme poder para inhibir las capacidades conflictuales de los individuos. Eso es aterrador. Yo no confiaría en alguien que me dice que no tiene enemigos. No se puede ser amigo de todo el mundo. Curiosamente, quienes han querido bajar el paraíso a la tierra lo que siempre han hecho es subir el infierno a la tierra. También te prometían un mundo idílico los partidos comunistas en el siglo XX y terminaron asesinando a cien millones de seres humanos. Por su parte, Hitler le hablaba al pueblo alemán de un mundo idílico, de una sociedad reconciliada consigo misma, de una evolución humana imparable si se cumplían ciertas leyes raciales; y lo único que hizo fue subir el infierno a la tierra. Yo no confío en las personas que me hablan de paraísos en la tierra, porque el hombre no es un dios; el hombre es un ser necesariamente imperfecto.
LO BUENO DE LA IZQUIERDA
“El punk es antisistema… pensar hoy en un punk de izquierdas es realmente absurdo”, me dice Laje cuando lo llevo nuevamente a materias musicales. “Ska-P, por ejemplo, es una banda española de ska punk que yo seguí mucho, con letras maravillosas, muy comunistas, incluso he ido a sus shows, yo puedo escuchar música de gente que piensa diametralmente opuesto a mí, con todo gusto. El caso es que se ha agotado la capacidad artística de esa banda, se han aliado a los gobiernos socialistas en España y han mostrado que al final eran una farsa. Esto pasa en tiempos en que bandas punk han insistido en jugar al progresismo, al wokismo, al izquierdismo. En un mundo cada vez más izquierdizado, aquellos punks que han podido mantener su ínfula rebelde han sido los punks que han girado hacia la derecha. Johnny Rotten (ex vocalista de Sex Pistols), por ejemplo, ha dicho que el nuevo punk en realidad son los votantes de Trump; esos tipos son antisistema, nada más punk que haber recibido un disparo en la oreja y haberte levantado con el puño en alto.
“Nada más punk que haber recibido un disparo en la oreja y haberte levantado con el puño en alto”.
Naomi Klein, periodista y escritora canadiense, conocida por su crítica a la globalización y el capitalismo, dijo recientemente en una entrevista para el diario El País de España, que una parte de la juventud ve a la extrema derecha como algo excitante frente a la “izquierda aburrida y mojigata”. ¿Estás de acuerdo?
Hace poco se viralizó en internet los videos de una chica joven que contaba en sus redes sociales cómo complacía a su novio, por ejemplo, cocinándole el plato que le gustaba. Esto despertó la ira de las feministas, decían que lo que hacía esa chica era peligroso. Y esto tiene que ver con lo que me cuentas de Naomi Klein; es muy cierto lo que dice Klein, incluso más ridículo de lo que ella misma afirma que es. Feministas diciéndole a una mujer qué puede y qué no puede hacer con su novio o para su novio… Es a lo que llega un discurso de izquierda que se ha fundado en la idea de que había que demonizar al hombre, a la persona blanca, al heterosexual, al que tuviese ascendencia europea. Es decir, dentro del wokismo hay una especie de jerarquía de la opresión, y uno va llenando una especie de formulario para saber dónde se encuentra parado; si sos hombre, blanco, heterosexual, pues entonces sos el más opresor de los opresores que pueda haber; si sos mujer, transexual y afroamericano, pues entonces estás, digamos, en la escala de los oprimidos. Ese tipo de absurdos ha llevado a esa fragmentación (de la izquierda) de la cual habla Naomi Klein. La izquierda continúa agregando divisiones internas, una más ridícula que la otra, y eso termina reventándola por dentro.
¿Qué sería para ti una izquierda moderna? ¿Como la de Mujica en Uruguay? ¿Como la de Bachelet en Chile? ¿Una izquierda retrógrada sería como la que persiste en Cuba y Venezuela?
Lo que pasa es que, por ejemplo, la izquierda de Bachelet en Chile fue moderada porque no tenía ninguna otra opción; en Chile no podés ser de izquierda radical porque pesa sobre vos el éxito chileno bajo las ideas del libre mercado; ir contra ese sistema en Chile es difícil, fijate lo difícil que es que incluso Boric tuvo que moderarse. Lo mismo se puede decir sobre Pepe Mujica en Uruguay, Uruguay no podría tolerar una izquierda a lo Hugo Chávez. En cambio, Bolivia sí, Nicaragua sí, Ecuador sí. Entonces depende de cada nación.
¿Qué es lo bueno que podría tener la izquierda para ti? ¿Cuál es la esencia que se podría rescatar para que una izquierda sea viable? ¿O no es viable bajo ningún punto de vista y tendría que desaparecer?
Otra vez, si reducimos el mundo a “todos iguales” tenemos un grave problema a lo John Lennon. No me gustaría que desapareciera la izquierda; que cada persona piense como prefiera y se acabó. Ahora, ¿qué tiene de bueno la izquierda? Bueno, un impulso primitivo en favor de la igualdad, por decirlo de alguna manera. En todo caso, la izquierda puede generarme simpatía cuando se opone al dominio político de los ultra ricos. Me parece profundamente injusto para una democracia que las personas cuanto más dinero tienen más deciden políticamente. Esa contradicción la izquierda alguna vez la denunció. Lamentablemente ya no la denuncia, porque hoy esos ultra ricos son sus financistas.
“Si hoy una mujer puede ser directora de empresas es por las revoluciones informáticas, no por los carteles feministas”.
EL AMOR NO BASTA
La mujer ha sido invisibilizada, relegada, discriminada en la historia, los hechos están ahí, en el mundo académico, en la ciencia, en la sociedad. Hasta ahora sucede que, si una mujer no recibe a su esposo con un plato de sopa, el marido se cree con el derecho de darle una golpiza, y lo hace, y hasta la mata porque no cumplió su “rol de mujer”… ¿No hay luchas justas en el feminismo?
Sí, obviamente, a ver, uno podría encontrar un sinfín de hechos en la historia como los que mencionas, pero vos mismo lo has dicho, la mayoría de esos hechos, que pueden haber configurado algún tipo de sistema, de norma, son parte del pasado. Lo curioso del presente es que precisamente cuando la mujer es incorporada social, política y económicamente es cuando la furia feminista más se desata; esa militancia ya no es política, porque ya no genera ningún cambio político; el cambio político ya fue dado.
Este feminismo de cartón es una reacción posterior a los hechos, que expresa toda su furia precisamente cuando esos hechos ya no continúan formando un sistema. Ya nadie piensa que es normal que un marido le pegue a su esposa, gracias a Dios; ya nadie piensa que es normal que a una mujer se la acose, gracias a Dios; ya nadie piensa que es normal prohibirle a una mujer ser candidata política o ejercer sus derechos políticos votando, gracias a Dios. Justo cuando nada de esto es normal para nadie, precisamente porque la mujer, insisto, ha sido incorporada social, política y económicamente, es cuando el feminismo muestra sus colmillos. Lo que realmente ha liberado a la mujer no ha sido el movimiento feminista, sino la tecnología; la tecnología ha permitido que el trabajo prescinda cada vez más de la fuerza física. El tipo de trabajo de antaño era un trabajo muy duro, un trabajo penoso, un trabajo físico, un trabajo que el cuerpo de la mujer no estaba en general preparado para afrontar; una mujer que tenía que amamantar a sus hijos, que menstruaba, una mujer que se embarazaba, una mujer en esas situaciones, en esas condiciones, la inferioridad muscular –por decirlo de alguna manera– que por norma presenta frente al hombre, la destinaba al ámbito doméstico; fijate que lo doméstico no era por un capricho patriarcal, eso es parte de los relatos míticos del feminismo actual.
Si hoy una mujer puede ser directora de empresas no es por los carteles feministas, es por la computadora, por las revoluciones informáticas. Se trata de un proceso mucho más complejo, lento, progresivo, paulatino, que tiene que ver con la inserción de la mujer en la vida económica, que empieza a generar en ella conciencia política, empieza a demandar derechos políticos, y en virtud de esos derechos políticos, empieza también a incorporarse socialmente con otro tipo de demandas. A mí me parece más razonable pensar esto.
Pero el hecho, Agustín, es que a la mujer se le sigue violentando por ser mujer. Eso sigue sucediendo.
Todo depende de si se hace como norma o como excepción. Por ejemplo, maltratar a un empleado en el trabajo debería ser una excepción, no una norma, aunque en algún momento de la historia fue una norma. Hoy, gracias a Dios, es una excepción. Maltratar a una mujer es una excepción, no es una norma. No es cierto que sea una norma. De hecho, las estadísticas muestran que es una excepción.
Las cifras de feminicidios en el Perú, por ejemplo, son alarmantes.
Sí, son alarmantes, pero siguen siendo una excepción. Mirá, a ver, hay más probabilidades, por ejemplo, que te asesinen a vos en el Perú a que asesinen a tu esposa.
¿Por qué lo dices?
Claro, porque el ochenta por ciento de las víctimas de homicidios en el Perú no son mujeres, son hombres. Ahora, si vos me decís, bueno, pero es que a la mujer la asesinan dentro de su relación de pareja…
Porque se salió de los roles que le tienen asignados en la sociedad.
Yo no lo mencionaría de esa manera; no diría que es por el hecho de ser mujer. Yo diría, en todo caso, porque su marido es una persona violenta que se ha tomado atribuciones y que ha asumido expectativas que no van de la mano de la realidad. Pero no ha muerto esa mujer por el hecho de ser mujer. Porque si hubiese sido así, habría que preguntarse por qué su marido mató a esa mujer y no a otra mujer, si en definitiva esa mujer es tan mujer como su vecina, como su madre, como su hermana o como su prima. Atrás de esa frase hay algo que a mí me parece bastante peligroso y es instalar la idea de que la violencia contra la mujer se da por un odio hacia la mujer por la calidad de su ser, como si se tratase de judíos que son matados por nazis. Es a esa mujer en particular que un hombre en particular la está matando. Obviamente, ese hombre tiene que ir a la cárcel, tiene que pagar por lo que ha hecho con todo el rigor de la ley. Pero yo no creo que se solucione nada repartiendo en la sociedad la idea de que a esa mujer se la ha asesinado por ser mujer. Porque las políticas que uno termina generando para prevenir esos casos no dan nunca en el blanco. Para hacer que disminuya la violencia contra la mujer hay que estudiar muy bien cuáles son los factores que desencadenan esa violencia. Por ejemplo, ¿qué tipo de relación había en ese hogar con el alcohol? Es muy probable también que la presencia de drogas agudice estos problemas. ¿Qué lugar tienen las enfermedades psiquiátricas?
¿La discriminación, la invisibilización histórica de la mujer no sería un factor a tomar en cuenta?
Sí se le podría considerar, entre otros, pero yo no lo reduciría a eso, porque quienes lo han reducido a eso han creado políticas públicas que han agravado el problema. En Argentina, por ejemplo, esa fue la guía de las políticas públicas en los últimos cuatro años para combatir la violencia de género, y lo único que lograron fue duplicar los feminicidios.
¿Cómo reaccionarías si un hijo tuyo te dice que es homosexual?
La verdad es que me lo he preguntado muchas veces y ni siquiera tengo una respuesta para mí… Te soy completamente franco, no es algo ante lo cual yo me muestre indiferente, no es algo que yo considere deseable, sería un pesar. Pero, evidentemente, a un hijo siempre se lo ama, y entiendo que yo tendría que estar ahí en ese hipotético caso para mi hijo, para mi hija. Sería duro, no te voy a mentir, sería duro. Pero bueno, habría que enfrentar la situación.
¿Por qué sería duro?
Porque no poder tener familia propia no es algo que esté dentro de las expectativas de vida de la mayoría de la gente. Tener familia es algo importante para cualquiera y lo que hace la ideología LGBT es precisamente disponer a toda una juventud a la esterilidad.
Pero los homosexuales pueden tener hijos también.
¿Cómo?
Están las técnicas de fertilización asistida.
Sí, eso es bastante caro. La mayoría no lo puede hacer. Y, por otro lado, ¿qué pasa con tu pareja? ¿Es hijo de tu pareja? No es hijo de tu pareja. Es decir, para que haya vida hace falta la verdadera diversidad. Y la verdadera diversidad no es la del LGBT. La verdadera diversidad es la del hombre y la mujer. Por eso es que dan vida. La verdadera diversidad es la que está abierta a la vida. Y evidentemente, como vos decís, o te tomás una botella de ron y ves si tenés una erección después, o podés alquilar un vientre, hacer una fertilización in vitro. Alquilar a una mujer, alquilar el cuerpo de una mujer, es una cosa bastante tremenda, ¿no?
Un gay podría juntarse con una lesbiana y…
Y luego el niño tiene cuatro padres.
“Que hoy nos hagan creer que hay familias diversas, monoparentales, de adopción múltiple, homoparentales y demás, es un disparate lingüístico”.
Y acompañan al niño en su crianza. Lo cual te muestra que todo está dado vuelta, porque el derecho siempre estuvo pensado para respaldar a la parte débil, para poder restituir al débil, no al fuerte. Entonces, cuando hablamos de derechos LGBT, en esta materia, en la materia de los hijos, el hijo es la parte débil, no es el adulto la parte débil. Entonces, darle un niño a cuatro adultos para que ellos cumplan sus deseos de paternidad es cosificar a un ser humano, es cosificar a un niño. ¿Qué culpa tiene ese niño? Del mismo modo, yo te podría hablar de mi postura sobre la adopción, que sería la otra opción, la adopción homosexual. Realmente el derecho a la adopción no era un derecho de los adultos, era un derecho del niño.
Pero, ¿dónde queda el amor, Agustín? ¿Qué pasa si en esa familia numerosa, con cuatro padres, hay mucho amor?
Bueno, a ver, lo que pasa es que la familia no simplemente se define por el amor. La familia nunca fue solamente una institución basada en el amor. Eso es un mito moderno. La familia fue siempre una institución social que permitía la reproducción de una sociedad. No basta el amor, porque si fuese simplemente el amor lo que basta para tener una familia, pues entonces vamos a ver… Hay gente que ama mucho a su mascota, y la loca idea de que tu mascota es tu familia es una idea totalmente actual, disparatada. Vos podés amar muchísimo a tu mascota, pero con tu mascota no vas a generar ninguna condición sobre la cual pueda existir una sociedad. A ver, no quiero enredarme; para que haya una familia tiene que haber reproducción cultural y tiene que haber reproducción biológica. Fuera de esas dos condiciones, nunca ha existido ninguna familia. Que hoy nos hagan creer que hay familias diversas, monoparentales, de adopción múltiple, homoparentales y demás, es un disparate lingüístico actual. Vos poné a todas esas familias que las juzgamos según el amor, pero que no se pueden reproducir por sí mismas, en una isla desierta, y ahí no va a haber ninguna sociedad.