A la hora acordada, a través de la mampara la vemos ingresar al estacionamiento en su coupé blanco. Seguro fue una jornada intensa y cargada de reuniones, que la obligó a salir rauda de su oficina para recibirnos puntual en su casa. Nosotros, algo adelantados, esperamos en el hall del edificio emplazado a los pies de un coqueto cerro en el exclusivo barrio de Las Condes. Luego del saludo, nos invita al ascensor y en veinte segundos ya estamos en el interior de su hogar, un amplio dúplex bellamente decorado, que a esa hora comienza a recibir tímidos rayos de sol invernal. Nos ofrece agua, café y nos pide unos minutos para cambiarse. Al cabo de un rato la vemos descender por la escalera, con más garbo que antes, envuelta en una blusa verde trébol capaz de capturar hasta la mirada más indolente. -Chicos, alguno de ustedes sabe cómo se hace el nudo de esta cosa, nos pregunta con el lazo de la estilosa prenda en las manos e indisimulado acento argentino. Ante nuestra negativa, coge el teléfono y llama a alguien para consultar la técnica que le dará el toque final a su outfit. -¡Listo!, ¿cómo quedó?… ¿comenzamos?
Un fotógrafo, un periodista, los flash, las primeras bromas para romper el hielo y la conversación que fluye distendida… Orieta se toma el momento con naturalidad, desplegando toda su simpatía y un sentido del humor que no deja adivinar a primera vista. Se ve cómoda, relajada, queriendo disfrutar, quizás, de un instante de pausa en medio de su ajetreada agenda, aquella que le impone su cargo de CEO de una de las exportadoras de frutas más importantes del continente.
Para comprender este presente gerencial, debemos viajar a los orígenes y cruzar por un instante la cordillera. Orieta Ramírez Misto nació en la ciudad de Mendoza, corazón vitivinícola argentino, famosa por sus malbec de prestigio planetario. De niña su sueño fue trabajar en esta industria, y cuando egresó de comercio internacional de la Universidad Marcelino Champagnat, su objetivo estaba claro: conseguir un empleo que la llevara a exportar los mejores mostos de la provincia cuyana.
Sin embargo, el destino diría otra cosa.
En 1995 Argentina se encontraba sumida en una de sus habituales crisis económicas. Con un cartón bajo el brazo, el país al borde del colapso y sin opciones laborales, Orieta comenzó a amasar la idea de buscar nuevos horizontes. “Y me vine a Chile.
Cuando llegué dije qué hago, no conozco a nadie. Agarré las Páginas Amarillas y como quería trabajar en comercio internacional busqué exportadoras. Las primeras que salieron eran de frutas, y había una con un aviso más grande, que destacaba por sobre las otras: Frusan”.
COMIENZA LA AVENTURA
Aquel día, después de llevar a sus niños al colegio, Manuel Kaulen Westermeyer llegó temprano a las oficinas de la empresa. Camino a su despacho, llamaron su atención unos papeles que aguardaban silentes en la bandeja del fax…
“Cuando Manuel vio mi currículum me llamó de inmediato, porque en ese momento estaban armando Frusan Argentina en la provincia de San Juan. Manuel leyó y dijó ‘Ah, argentina. Que venga, que aprenda y después se puede ir a trabajar a San Juan’. Y así, a las tres semanas estaba laburando en la empresa”.
Orieta recuerda como si fuera ayer el primer encuentro con el gerente. Era febrero de 1996… y no sabía nada de fruta. “Manuel me dijo pero qué sabes del rubro. Nada, le dije. Y qué sabes de esto otro. Nada, si acabo de salir de la facultad, no he trabajado nunca, no tengo experiencia, pero tengo todas las ganas de aprender”.
Partió en operaciones, a cargo de los instructivos para cajas y embarques. Después pasó a logística, abastecimiento, control de inventarios… Hasta que un día, impulsada por su vocación comercial, le pidió a Kaulen que le comenzara a entregar clientes. “Y Manuel, muy confiado, accedió”.
¿Qué recuerdas de aquellos años?
Era el mundo ideal, porque yo manejaba todo. Llegaba la fruta, yo misma mandaba a embalar lo que necesitaba, luego mandaba a embarcar lo que necesitaba -en realidad me daba prioridad (ríe)- y vendía. Para mí funcionaba espectacular, hasta que en un momento fui 100% comercial y abandoné todas las demás áreas.
Tu desempeño te llevó en 2006 a la gerencia comercial, y en ese rol te tocó asumir desafíos importantes.
Así es, me tocó desarrollar Medio Oriente, me tocó abrir China, cuando nadie iba, cuando los chinos no hablaban inglés y no tenían oficinas. Llegabas allá y te sentabas en un cajón a tomar té. Fueron experiencias bien especiales, sobre todo en Medio Oriente, donde las primeras veces tuve que ir acompañada de Manuel porque los árabes no me dejaban llegar sola por ser mujer. Recuerdo que una vez un cliente me pregunta ¿cuánto mides? Por qué, le digo… La cosa es que me tenían que tener lista la abaya (vestido largo negro) y el niqab (velo) para bajar del avión, porque de lo contrario no podía transitar por las calles de Arabia Saudita. Sin duda fueron años muy interesantes e importantes para la apertura de toda esa zona para nosotros.
“Me tocó abrir China, cuando nadie iba, cuando los chinos no hablaban inglés y no tenían oficinas. Llegabas allá y te sentabas en un cajón a tomar té”.
EL PASO LÓGICO
Luego de 16 años en la gerencia comercial, en enero de 2021 Orieta finalmente asumió la gerencia general de Frusan. “Era el paso lógico -dice- porque desde hacía mucho tiempo veníamos hablando con Manuel que en algún momento yo lo iba a reemplazar, y fue como ok, llegó el momento. Manuel un día, de forma muy natural, me dijo, ya Orieta, es ahora, ¿estás lista?”.
Más allá de que fuera un paso previsible, ¿qué sentiste en tu fuero interno cuando asumiste el cargo?
Alegría, satisfacción, orgullo por mí, por mi familia, por mis padres, y especialmente por las mujeres, porque la fruticultura es un rubro esencialmente de hombres. Ahora hay un poco más de mujeres, pero en su momento fui la primera gerente comercial mujer, y la primera gerenta general de la industria en Latinoamérica, entonces sin duda me siento muy orgullosa. Por otra parte, tenía la convicción de que podía hacerlo bien, porque como gerente comercial abarcaba mucho más que el área comercial. Entendía logística, operaciones, abastecimiento, incluso calidad. Siempre estuve metida en todo y asumir la gerencia general me resultó bastante natural.
¿Y cómo fue ese traspaso de gerente a gerenta?
Espectacular. Manuel Kaulen es mi mentor. Hace poco le decía: he estado más años cerca de ti que de mis papás. Son 27 años trabajando a su lado y sin duda parte de lo que soy profesionalmente se lo debo a Manuel. Ha sido un maestro sin pretenderlo. En los primeros años yo iba a las reuniones con él, viajábamos juntos, y yo calladita, escuchaba y veía cómo Manuel se manejaba y desarrollaba su trabajo… Creo que fui una buena alumna.
¿Cuánto ha cambiado Frusan desde que llegaste hasta ahora que te toca liderar la empresa?
El Frusan al que llegué era una empresa muy de temporada. Terminaban las manzanas y no había nada que hacer en el invierno. La temporada alta era muy fuerte, y la baja, uf, nada. Recuerdo que aún no había Excel, usábamos un sistema de Unisys, que eran unas pantallas verdes. La evolución ha sido increíble. En el año 96 Frusan exportaba 3.5 millones de cajas, y hoy con la operación de Perú llegamos a 15 millones fácil por temporada. Ya no existe temporada alta y temporada baja. Cuando todos están en la baja nosotros estamos embalando espárragos y arándanos en Perú, seguimos con las cámaras de atmósfera controlada acá en Chile, y bueno, llega la época en que hay que empezar a armar liquidaciones, cerrar las cuentas… o sea, no hay baja. Lo que sí hay es una época un poco más estresante, que es diciembre con las cerezas, y el resto es parejo.
¿Qué análisis haces del presente de la compañía?
Actualmente llegamos a más de 50 países con una cartera de 13 productos. Nuestro principal mercado es Asia (35%), seguido de Estados Unidos (25%) y Europa (23%). Históricamente la base de Frusan fue manzanas, peras y uvas. Sin embargo, en Chile el volumen de uvas se ha reducido bastante y nosotros no somos la excepción. Llegamos a exportar 3 millones de cajas y hoy estamos en 500 mil. Lo que se mantiene son manzanas (2,5 millones de cajas por temporada), peras (1,8 millones), y el crecimiento fuerte, como en toda la industria, ha estado en cerezas (3,5 millones). Los kiwis tuvieron una época de apogeo, después una del terror, y los que aguantamos hoy estamos viviendo un resurgimiento del producto en los mercados.
La apertura de Asia y Medio Oriente (2005- 2006) significó un crecimiento importante para la compañía y cimentó el camino para convertirse en lo que es hoy. ¿Cuál fue la clave para alcanzar esos mercados?
La cercanía con el cliente -súper importante- y conocer muy bien nuestros productos para ir ubicando a cada uno en el mercado adecuado. Un árbol de manzanas tiene manzanas grandes, chicas, con más color, con menos color, entonces la clave es saber cuál es el mercado correcto para cada tipo de fruta, y eso lo hemos sabido hacer muy bien, no solo en Asia y Medio Oriente, sino que en todos los mercados donde estamos presentes. Somos una empresa orientada al cliente y a los resultados. Hay muchas empresas a las que no les gusta trabajar con supermercados, porque son muy exigentes, y Frusan lleva trabajando con Tesco 30 años. Parte del crecimiento y de lo que hemos logrado sin duda es porque nos hemos orientado al cliente.
¿En qué otras acciones se manifiesta esta orientación al cliente?
Tenemos la plantación de manzanas más austral de Chile, en Freire, Región de La Araucanía. ¿Por qué nos fuimos a plantar manzanas allá? Lo hicimos pensando en nuestros clientes de Inglaterra, que querían una manzana con una calidad que rivalizara con la manzana de Nueva Zelanda, nuestro principal competidor. Entonces tomamos el mapa y trazamos una línea desde la zona manzanera neozelandesa hasta Chile para determinar donde debíamos plantar, y llegamos a Freire. Entonces, creo que hemos hecho cosas muy interesantes a nivel de campo, a nivel de variedades, etc., que han permitido que Frusan esté donde esté.
UNA CHICA MENDOCINA
“Nací y crecí en Mendoza, una ciudad hermosa. Tuve la suerte de vivir una infancia de barrio, de esas que ya no se ven. Esto de que los chicos están todo el día comunicándose a través del teléfono es otra vida. Yo iba a tocar la puerta de mis amigas, y ellas la mía. Y era, hola, ¿va a salir Orieta? Todo el día jugando, andando en bicicleta… Y en la tarde mi mamá me iba a buscar para comer o dormir, porque estábamos todo el día en la calle divirtiéndonos. Realmente fue una infancia maravillosa, muy compartida con mis hermanos”.
Hermana del medio, hija de padre chileno -Eduardo y madre argentina -Carolina-, ninguno vinculado a la agricultura. Sus padres se conocieron en el balneario de El Quisco, durante unas vacaciones juveniles de Carolina en la costa chilena. Se enamoraron, se casaron y se radicaron en Mendoza.
Familiera, amiga devota de sus amigos, melómana incurable. Fan de Fito, Cerati y Fabiana Cantilo, aficionada a escuchar vinilos en la tranquilidad de su living, degustando una buena copa de vino, de ese malbec siempre evocador que la lleva de vuelta a sus orígenes. “¿Qué extraño de Argentina? Familia, número uno. Afortunadamente Mendoza está cerca, pero se echa de menos la contención, los amigos”.
No tiene hijos, solo la Leo, su fiel escudera. Casada con Alejo, también argentino. “Nos conocimos una semana antes de que me viniera a Chile, seguimos un tiempo, pero después cada cual tomó su rumbo, y 12 años después Alejo me buscó por Facebook, y acá estamos”.
A pesar de llevar 27 años en Chile, Orieta no renuncia a esa argentinidad que corre irrefrenable por sus venas. “Me siento argentina y seré argentina toda la vida, sobre todo en el fútbol”. Futbolera apasionada, Orieta fue una de los miles de argentinos que estuvieron en Qatar apoyando a la albiceleste, en la que sería una gesta heroica para la selección comandada por Leo Messi. “Estuvimos en todos los partidos de la primera ronda. No pude quedarme a las siguientes fases porque estábamos en plena temporada de cerezas, pero fue una experiencia espectacular, inolvidable para todos los que estuvimos ahí”.
LA HISTORIA DE “MISS O”
“La caja de regalo que hoy día usa toda la industria es un invento nuestro”, nos cuenta Orieta sin ocultar su orgullo por uno de los grandes hitos de Frusan; una innovación que sin duda ha contribuido a fortalecer la imagen y el posicionamiento de la fruticultura chilena en los mercados mundiales. Pero eso no es todo. La celebrada e imitada creación guarda un vínculo aún más profundo con la actual líder de la compañía. La historia es la siguiente:
“Un cliente italiano bien especial, Luca Garletti, una día equis del año 2008, me dice: Orieta, la caja de 5 kilos no me sirve. Quiero algo más chico, con manija, para llevar. Con la gerente de adquisiciones nos pusimos manos a la obra y desarrollamos una cajita de 2 kilos, de madera, muy bonita. Pero a Garletti no le gustó. Quería cartón. Sin embargo el cartón no soportaba el peso por sí solo, entonces, ¡eureka! se nos ocurrió el concepto 2 en 1, es decir 2 cajitas de 2,5 kilos dentro de una caja contenedora de 5”.
Si bien el formato gustó, la explosión internacional llegaría más tarde, cuando Frusan comenzó a exportar de manera directa a China y Orieta pudo conocer las claves y entresijos de este mercado. “Dije, por qué no probar esta caja en China. La mandamos… y fue un exitaso”.
La recepción de los chinos superó toda las expectativas de Orieta y su equipo. “No habíamos dimensionado el suceso que eran las cajas, hasta que viajamos con Manuel para ver cómo le estaba yendo a nuestra fruta… ¡Los chinos nos esperaban casi con alfombra roja, y no entendíamos qué pasaba!… Era tal el éxito de la caja, que había posicionado la marca a niveles insospechados”.
Tiempo después, toda la industria comenzaría a imitar la idea, “pero gozamos de al menos un par de años de ventaja donde fuimos los únicos en vender con este formato”.
Sin embargo, no todo podía ser perfecto…
La caja se comercializaba bajo 3 etiquetas: Frusan, Fruex y Master, esta última, la más top: negra, elegante, creada para realzar la calidad premium de las manzanas de Freire.
Hasta que un día pasó lo inesperado. “Habíamos enviado muchas cajas Fruex rumbo a Alemania, para Lidl, la cadena de supermercados más grande de Europa. Decenas de contenedores de manzanas, peras y uvas en alta mar. De pronto, recibimos un correo de un señor alemán, notificándonos que tenía registrada la marca Fruex y que nuestra fruta tendría que ser destruida. Quedamos helados”.
Finalmente, la intervención providencial del dueño de Lidl terminaría evitando lo que hubiera sido una debacle comercial para la exportadora chilena. “No se preocupen, yo voy a comprar la marca por ustedes, nos dijo. Se fue a negociar con el señor alemán y en un dos por tres compró la marca… Ahí nos dimos cuenta de la importancia de registrar las marcas en cada país donde estábamos exportando, no solo la marca Frusan, sino que todas nuestras marcas comerciales”.
Y se pusieron de cabeza a tramitar registros. Sin embargo, con Master -la caja premium- no había cómo, dada la gran cantidad de marcas en el mundo que incluían la palabra. “Así que tuvimos que empezar a buscar alternativas… y en medio de una comida, muy relajada e informal, el entonces gerente de calidad de cerezas, Francisco Farías, que había estado conmigo en China, me dice: Orieta, ¿por qué no registras Miss O?, los chinos te adoran, y te dicen así todo el tiempo. Claro, como les cuesta pronunciar la R y para no decirme Miss Olieta los chinos comenzaron a llamarme Miss O, mucho más fácil y simple para ellos. Me pareció una gran idea. Averiguamos y la marca no estaba registrada… y así nació la famosa cajita que tanto éxito y satisfacciones nos ha dado”.
“Fui la primera gerente comercial mujer, y la primera gerenta general de la industria en Latinoamérica, entonces sin duda me siento muy orgullosa”.
En la actualidad, entre el 80 al 90% de las cerezas que Frusan envía al gigante asiático, van en el interior de un atractivo embalaje rojo y dorado, timbrado con una marca que nació hace 12 años al calor de una conversación y copas de vino blanco.
LA ESTRATEGA
Frusan fue pionera en visualizar el potencial agroexportador de Perú. ¿Cómo analizas el crecimiento explosivo que ha experimentado este país versus un Chile que ha ido perdiendo terreno?
Frusan lleva más de 30 años en Perú. Empezamos con espárragos y luego sumamos arándanos, uvas y granadas.
El crecimiento peruano versus el retroceso chileno se explica por varios factores. Primero, Perú, que venía muy retrasado, cuando parte lo hace con variedades y productos nuevos. Segundo, Perú tiene más superficie y un clima excepcional. Por ejemplo, en el caso de la uva, yo planto ahora y al cabo de un año ya tengo las primeras 1.000 cajitas. En Chile tengo que esperar 3 a 4 años para obtener algo de producción. En arándanos, planto ahora y a los 8 meses puedo tener 10 mil kilos por hectárea. En Chile necesitas 4 o 5 años, y el promedio país no llega a los 10 mil kilos promedio por hectárea. Entonces, las ventajas competitivas de Perú son evidentes, al menos en materia agroclimática. Pero también está el factor inversión. La mayoría de los actores de la agroindustria peruana son además dueños de grandes empresas mineras y pesqueras, por lo que cuentan con enormes capitales para invertir. Es cierto, Perú venía de atrás, pero irrumpió con mucha fuerza.
¿Qué debiera hacer Chile para enfrentar este escenario?
Es un escenario complejo. Para la uva chilena, por ejemplo, ha sido muy difícil competir con Perú. Pero Chile tiene otras ventajas. El mismo clima que impide tener una producción más rápida, es absolutamente determinante para lograr una fruta de calidad superior. No cabe duda que el sabor de la fruta chilena es muy superior a la peruana, y esto se debe fundamentalmente a las diferencias climáticas que se producen entre el día y la noche, lo que permite manejar mejor los brix que exige el mercado. Entonces, yo creo que en algún momento tendremos que repartirnos mercados. Es decir, Perú enfocarse en mercados donde el sabor no es tan determinante, y Chile concentrarse en mercados premium, donde el sabor se valora y se paga como un atributo diferenciador. Y esto es básicamente Asia, con China como gran destino, y ahora India, que comienza a asomar y en el futuro podría convertirse en un mercado muy relevante.
Entonces el camino no es la competencia, sino la complementariedad.
Absolutamente. No podemos competir con Perú. Con esos niveles productivos es imposible. Un productor peruano planta 100 hectáreas para probar, y nosotros acá plantamos 2 o 3… Simplemente no se puede.
¿Qué tan real es que India pueda convertirse en un mercado relevante que permita reducir la dependencia de China?
India es un mercado muy interesante, pero, como sabemos, hay varios desafíos: logística, aranceles, desarrollar la demanda, en fin. La promoción será fundamental para posicionar nuestra fruta en las preferencias de los consumidores indios, y esa es una tarea que llevará tiempo. Pero sin duda vale la pena hacer los esfuerzos y ponerle fichas, porque hoy China es el único mercado capaz de absorber los volúmenes que estamos produciendo. ¿Qué pasa -y ha pasado- si China flaquea un poco? Esta dependencia es un escenario muy riesgoso. Bueno, la exportación de fruta es un negocio de riesgos, es cierto, pero debemos buscar alternativas de diversificación. No es fácil, y al final las que diversificamos somos las exportadoras grandes… las que estamos dispuestas a poner la cara con los productores si no logramos vender su fruta a los niveles esperados.
¿Cómo proyectas la temporada de cerezas que se avecina?
Temprano para decirlo. Hay que esperar las flores, que no haya heladas, las lluvias tardías, en fin. Lo cierto es que la logística va a estar mucho mejor. Habrá barcos suficientes para sacar las cerezas, y la logística china ya mejoró bastante esta temporada. Los problemas que tuvimos en 2022 producto de la pandemia, con escaso personal en los puertos chinos… todo eso cambió este año. En enero se abrió China y todo el mundo volvió a trabajar. Así pudimos sacar los contenedores y llevar la fruta a los mercados en tiempos normales. La apertura también impactó en el ánimo de la población china. Después de estar dos años encerrados estaban ávidos por comprar y comer cerezas, y eso se notó en la demanda.
¿Cuánto más puede crecer la cereza chilena en el mercado chino?
Las cerezas son nuestro principal producto en income (en volumen son las manzanas) y la explicación de esto es China. Más allá de la diversificación, tenemos que seguir promocionando y creciendo en China. Yo siempre digo: si un chino repite la compra podemos vender el doble. Pero hay que convencer al chino de que repita la compra. ¿Y cómo se hace eso?: con un producto de calidad. Otorgar satisfacción en la experiencia de consumo es primordial para seguir creciendo en este mercado. Esta temporada el Año Nuevo Chino será el 10 de febrero (el año pasado fue el 22 de enero), por lo tanto tenemos dos semanas más de venta que ojalá podamos aprovechar.
“¡Los chinos nos esperaban casi con alfombra roja, y no entendíamos qué pasaba!… Era tal el éxito de la caja, que había posicionado la marca a niveles insospechados”
NUEVOS ESCENARIOS
Frusan ha sido un importante promotor del desarrollo sostenible en el negocio de la fruta. ¿Cómo se está expresando este enfoque en la actualidad? Nosotros trabajamos de forma directa con muchos supermercados europeos, que tienen estándares y exigencias de sustentabilidad muy elevados. Esto nos ha estimulado a cambiar nuestro switch en muchas áreas. Ya iniciamos un proyecto de implementación de energía fotovoltaica en nuestros packing. También, estamos reduciendo nuestro uso de agua y haciendo todo para ser más eficientes, reciclando y volviendo a utilizar el recurso, especialmente en los packing de cerezas donde la cantidad de agua que se emplea es tremenda. Y hemos reducido de manera sustancial el uso de cartón, optimizando el material y generando menos desperdicio.
“En algún momento tendremos que repartirnos mercados: Perú enfocarse en mercados donde el sabor no es tan determinante, y Chile concentrarse en mercados premium”.
¿Y a nivel de campo?
A nivel de campo hemos reducido el uso de fungicidas e insecticidas para cumplir con todas las normas y requerimientos que están pidiendo los supermercados. Este es un factor que está siendo determinante, al menos para exportar al mercado europeo. Y es todo un tema, porque tienes un mercado europeo al que no le importa que vayas con plagas, pero no quiere que la fruta tenga insecticidas ni fungicidas, nada. Y por otro lado, tienes un mercado asiático que no quiere ni una sola plaga, y para eso necesariamente tienes que hacer más aplicaciones de las que permite Europa. Eso nos obliga a hacer tratamientos diferenciados, en campo y poscosecha, para llegar a los diferentes mercados.
¿Qué tendencias van a marcar el devenir de la industria en los próximos 20 años?
En las últimas décadas hemos visto cómo los productos han ido cambiando, y seguirá sucediendo. Hace 30 años la manzana era roja o verde. Hoy en día esa típica manzana Red Delicious, tipo Blancanieves, ya no existe. Las formas de comercializar tampoco son las mismas. Antes bastaba una sola caja, y ahora tenemos 50 embalajes diferentes para una misma especie.
En cuanto a las preferencias de consumo, la gente joven ya no come lo mismo que la gente mayor. Por ejemplo, los jóvenes están prefiriendo el kiwi amarillo, porque es más dulce que el verde. Entonces al final tenemos que adaptarnos a lo que nos va pidiendo el mercado, y eso significa años de traer y probar nuevas variedades. Cuando uno decide traer una nueva variedad, pueden pasar 8 años antes de saber si la idea funcionó. ¡Ocho años!… En esta industria cada proyecto que uno piensa siempre es a largo plazo.
¿Cómo se está preparando Frusan para los nuevos escenarios?
Lo primero, nos hemos ido tecnificando, con líneas cada vez más automáticas, que puedan pasar más kilos y ser más eficientes, porque de lo contrario los costos no dan. Lo segundo es buscar nuevas variedades. En eso estamos enfocados, porque todo va y viene. Hoy hay menos manzanas en Chile y el consumo mundial se va a mantener. Entonces vamos a tener que volver a plantar manzanas, o peras, que en su momento se arrancaron… porque este es un negocio cíclico, y eso pasa. Debemos estar preparados para los ciclos.
Orieta, para terminar… me soplaron que finalmente pudiste cumplir tu sueño…
¡Sí! Hoy con mi familia tenemos campos en Mendoza con uva malbec y hacemos vinos marca Misto, que vendemos principalmente a China… así que feliz.