“Calidad y eficiencia es lo único que nos puede blindar frente a la volatilidad”
PERCY MUENTE KUNIGAMI - CEO CERRO PRIETO

“Calidad y eficiencia es lo único que nos puede blindar frente a la volatilidad”

Con un ambicioso recambio varietal en marcha y una apuesta decidida por consolidar a la fruta peruana en los mercados globales, Percy Muente lidera Agrícola Cerro Prieto con visión estratégica y sentido de urgencia. En un escenario global incierto, plantea: no basta con exportar, hay que maximizar la eficiencia y cuidar el prestigio que el Perú se ha ganado en las mesas del mundo.


Por Danilo Phillipi | Fotografía: Diego Moreno

Son las seis de la mañana en Chepén y una figura espigada cruza el fundo Chiclayo a largas zancadas, como si con ellas quisiera arar los huertos de paltos. Más allá, los arándanos recién despiertan bajo una luz vacilante que no se decide a anunciar el alba.

El hombre avanza, sin pausa. No huye de nada ni de nadie. Solo corre.

Por sus audífonos desfilan New Order, Depeche Mode, The Smiths… Su rostro pétreo y sus hombros levemente inclinados delatan urgencia y decisión, o tal vez sea solo el afán de romper su propia marca.

Mientras sus piernas siguen una ruta de surcos y malla raschel, su mente viaja por Asia, Europa, Estados Unidos… Precios spot, stocks de cámara. Estrategia. Contingencia. Volatilidad climática. Cadena logística. Las tasas de Trump. Y de fondo, Morrisey le susurra con melancólica elegancia oh, there is a light and it never goes out.

Todo cabe en esos cinco kilómetros, como si el running matutino fuese una suerte de junta directiva consigo mismo.

Es el CEO de una de las principales exportadoras frutícolas del Perú y esta carrera personal a ratos le parece un sueño agitado justo antes de despertar. Pero no, la camiseta empapada es tan real como la tierra húmeda que ensucia sus zapatillas.

Es su ritual. Su liturgia privada. Antes de enfundarse el traje de gerente, empresario, estratega, Percy Muente corre. Corre para pensar, para templarse. O quizás —aunque no lo admita del todo— para poner una mínima distancia entre el hombre y el líder que, apenas despunte el sol, volverá a ser.

Diez horas más tarde, a las 4 pm en punto, Percy se conecta desde su oficina en San Isidro, en el corazón financiero de la capital peruana. Aparece en mi pantalla en mangas de camisa outdoor y con una sonrisa amplia dibujada en el rostro, que sin embargo no alcanza a disimular el cansancio de su reciente viaje desde Chepén, provincia distante 700 kilómetros y donde se emplaza el fundo Chiclayo, principal centro de operaciones de Agrícola Cerro Prieto (ACP). Allí, en La Libertad, costa norte del Perú, hace un cuarto de siglo un grupo de empresarios visionarios comenzó a materializar la loca idea de convertir un árido desierto en uno de los polos hortofrutícolas más importantes de América Latina. El agrónomo Alfonso Bustamante y Bustamante estuvo entre aquellos pioneros y hoy la empresa que fundó es una de las agroexportadoras más grandes del continente.

Además de las frecuentes estadías en Chepén, Percy va seguido a las modernas plantaciones de arándanos que la empresa tiene en la Irrigación Santa Rosa, en Huaura, gestionadas por Qali Fruits, la filial enfocada en este cultivo; y a veces también debe moverse a Colombia, donde hace cinco años Cerro Prieto adquirió un millar de hectáreas con vocación paltera, dando inicio de esta manera a su expansión internacional.

Medio en broma, le pregunto si le gustan las entrevistas o accede solo porque es parte de la “chamba”. Percy sonríe, pero su respuesta va en serio. —Comunicar aspectos de la compañía, e incluso de uno mismo, no solo es una función ineludible, sino que es clave en el trabajo de un CEO. Hay una frase que me gusta mucho de Roberto Goizueta, quien fue presidente de Coca Cola Company durante muchos años, y dice que “la comunicación es la única tarea que un líder no puede delegar”.

La cita no es casual. Muente la incorporó mientras cursaba su MBA en la Goizueta Business School de la Emory University, en Atlanta, y la ha puesto en práctica en más de 20 años de trayectoria profesional, ocupando puestos gerenciales en empresas emblemáticas, como Wong Supermarket, Kimberly-Clark, la azucarera Agro Industrial Paramonga (donde se vinculó por primera vez con el sector) y Sudamericana de Fibras, antes de asumir la dirección ejecutiva de Agrícola Cerro Prieto en enero de 2024.

Su paso por Kimberly-Clark —relata— fue una gran escuela y una estación clave para comprender al líder que es actualmente. En la firma estadounidense permaneció casi una década y, con 36 años, recibió por primera vez la responsabilidad de conducir una organización empresarial, asumiendo la gerencia general de Kimberly-Clark Bolivia, una compañía de 100 millones de dólares y 300 empleados. Dos años más tarde vino la gerencia de Colombia, con el triple de facturación y más de 2.000 colaboradores bajo su mando.

—Definitivamente fue una experiencia muy enriquecedora, especialmente en lo que respecta a la relación con las personas y los equipos de trabajo. Pasar de Perú a Bolivia y luego a Colombia fue extraordinario, porque me empapé de sus costumbres, tradiciones, modos de expresarse. Es cierto que los latinoamericanos tenemos muchas cosas en común, sin duda, pero comprender la diversidad cultural de la región e involucrarse con la sensibilidad de la gente y sus particularidades es fundamental para ejercer un liderazgo exitoso.

Titulado de ingeniero industrial en la Pontificia Universidad Católica del Perú, Percy Muente Kunigami (49) ha forjado su liderazgo empresarial con la paciencia y dedicación de un orfebre. O más bien de un itamae, el cocinero ícono de la cultura nipona cuya autoridad se mide no solo por la calidad de sus preparaciones, sino también por su sabiduría, sus valores y el trato hacia sus comensales.

Y es que la tradición oriental marcó a fuego su infancia y adolescencia. Nieto del célebre Minoru Kunigami, considerado el padre de la cocina nikkei, Percy creció entre ollas y sartenes mientras su abuelo revolucionaba el arte culinario fusionando técnicas e ingredientes de la gastronomía peruana y japonesa, especialmente de Okinawa, su isla de origen. —En aquellos años, no existía el glamour que rodea a la cocina peruana hoy en día, para nada. Mi abuelo no era un chef, sino que un cocinero, muy talentoso, por cierto, que comenzó desde abajo.

Innovador como pocos, Minoru cautivó con su propuesta de pescados y mariscos a una población que estaba acostumbrada al pollo y la carne, como lo describió el gran ‘Micha’ Tsumura, chef y dueño del Maido, en su libro “Nikkei es Perú”.

Cada verano, Percy se enrolaba en el restorán de su abuelo, el mítico “La Buena Muerte”, para oficiarlas de mesero, lavador de platos o lo que hubiera que hacer en el local. Porque, si bien Minoru no consiguió legar a su nieto la habilidad culinaria, sí le inculcó un sentido de responsabilidad y de trabajo que Percy no abandonaría jamás. —En nuestra casa la única excusa admisible para no asistir a un compromiso o evento familiar era “no puedo, tengo que trabajar”. Cualquier otro motivo que se esgrimiera era infructuoso. Y olvídate de mentir, porque al sentido de responsabilidad mi madre sumó la honestidad a toda prueba. Me repetía siempre “yo te perdono cualquier cosa, cualquier travesura, pero nunca una mentira”. Así que desde pequeño me tomé muy en serio el esforzarme por ser una persona íntegra y honorable.

Aunque de una manera diferente, Masako, su madre, también le enseñó la importancia de liderar con el ejemplo. —“Hijo, no fumes nunca”, me decía de niño… pero ella fumaba dos cajetillas por día (ríe)… Entonces, cuando cumplí 16 lo primero que hice fue agarrar un cigarrillo, porque uno no hace lo que le dicen, uno hace lo que ve.

Con los años, el joven limeño no solo dejaría el tabaco, sino que iniciaría un estilo de vida donde la actividad física ocupa un lugar preponderante. Actualmente, cada mañana realiza una rutina de 30 minutos de ejercicios. Luego, desayuna con su esposa y sus tres hijos y parte con ellos rumbo al colegio. A las 8.15 ya está en su oficina de Dean Valdivia 111 con vista sobre San Isidro.

Eso, cuando está en Lima. Durante las estadías en el fundo Chiclayo la rutina de ejercicios es reemplazada por el footing a campo abierto que conocimos al comienzo de esta crónica. —Es maravilloso para soltar las piernas, llenar los pulmones de oxígeno, pero también para aclarar la mente y ordenar las ideas. Soy un convencido que la actividad física es fundamental para el desempeño gerencial.

Luego del trote y la ducha, se pone manos a la obra y se reúne con los equipos, recorre los campos, supervisa el desarrollo de los cultivos, las cosechas, el packing, etc. Su estilo de liderazgo, dice, es estar en contacto permanente con las personas. —Me interesa ser un líder orientado a las personas, por eso dedico mucho tiempo a conversar con los equipos de las diferentes áreas. En Cerro Prieto hay una cantidad de talento que no te imaginas, impresionante… Me gusta desafiar ese talento y generar sinergias para sacar lo mejor de nuestros colaboradores.

Esta habilidad para alinear equipos, además de su visión estratégica y capacidad para anticipar escenarios fueron determinantes para la oficina de headhunting que lo reclutó. En poco más de dos décadas, Cerro Prieto había logrado consolidarse como una empresa exitosa, pero urgía entrar a la siguiente fase de desarrollo.

Entre los cambios que Percy debía empujar estaban la modernización de la gestión operacional, y la aceleración del recambio varietal en arándanos. —Como ves, son objetivos importantes, pero al mismo tiempo respetuosos del camino recorrido. Yo siempre digo que si en nuestros países de Latinoamérica cada gobernante en lugar de intentar inventar la rueda y partir de cero construyera sobre lo existente, seríamos potencias mundiales. En Cerro Prieto se han hecho cosas extraordinarias, y sobre aquello seguiremos construyendo y evolucionando. Corregiremos lo que haya que corregir, pero la verdad es que me encontré con muy buenos cimientos. Mi rol será remozar, dejar todo súper bonito y seguir construyendo hacia arriba.

“El principal objetivo del negocio no es plantar más, sino que plantar mejor, y aquello implica entender qué valoran los consumidores”

CULTIVAR EL FUTURO

Mientras el sol termina de asomar en los valles frutales de Chepén, Agrícola Cerro Prieto avanza, sin pausa, en una transformación profunda. No es visible a simple vista, pero está ocurriendo en la raíz misma del negocio: una migración varietal que dejará atrás las especies tradicionales para dar paso a una nueva genética, más resistente, más competitiva, más global. El horizonte está claro: para 2026 habrán renovado un total de 690 hectáreas de arándano. Un movimiento quirúrgico, estratégico, que se ejecuta tanto en las 1.350 hectáreas de Chepén como en las 150 de la Irrigación Santa Rosa, en Lima, a través de la filial Qali Fruits.

La reconversión comenzó en 2024 con 200 hectáreas. Este año, el plan avanza con otras 300 —una inversión de US$ 30 millones—, para culminar en 2026 con el recambio total. Renovar una hectárea cuesta entre US$ 100.000 y US$ 200.000, en cosecuencia se calcula que la inversión total alcanzará los US$ 60 millones.

Percy lo explica. —Estamos dejando atrás los cultivos clásicos de Biloxi y Ventura para apostar por variedades de nueva genética, como Imperial y Rocío, de Hortifrut, además de Mágica, de OzBlu, y Sekoya Pop—. La mira está puesta en Asia. —El mercado asiático premia el tamaño y la firmeza. Por otra parte, un arándano firme, que soporta bien los viajes largos es clave para abrir nuevas puertas y consolidar mercados donde ya operamos, dice.

Son variedades que además de ofrecer una calidad superior y ser mejores viajeras, se muestran más productivas y resilientes frente a fenómenos climáticos extremos.

Otro objetivo importante de esta reconversión es abrir la ventana de cosecha, con variedades precoces y tardías, para evitar los temidos peaks de mercado, donde la sobreoferta termina aniquilando los precios.

—Los peaks dañan a la industria de manera transversal. Podemos abrir nuevos mercados, llegar a más hogares, ampliar las ocasiones de consumo, pero si tenemos estos peaks de volúmenes descomunales no habrá mercado que pueda absorberlos.

El recambio varietal no llega solo. Viene de la mano con una decisión estructural: la adopción total de la tecnología hidropónica. La meta es que, una vez concluido el proceso, el 100% de los arándanos crezca en macetas. Una apuesta por la sustentabilidad y eficiencia hídrica que permitirá reducir el consumo de agua en un 30%.

El uso eficiente del agua está en el ADN de Cerro Prieto, desde que en el año 2000 la empresa se adjudicó las tierras subastadas por el Estado en la primera etapa del Proyecto Especial Jequetepeque Zaña (PEJEZA). Con el contrato firmado, vino también el compromiso: hacer viable el sueño agrícola del norte peruano. Así nació el canal de irrigación de 27 kilómetros que dio origen a Irrigadora Cerro Prieto. Años más tarde, nuevas inversiones permitirían que usuarios de Valle Viejo pudieran sembrar cultivos permanentes. Hoy, ese mismo canal riega casi 6 mil hectáreas, generando un impacto social incalculable.

Pero la innovación no se quedó en el agua. Cerro Prieto también ha sabido adelantarse desde la tierra: investigando, probando, ajustando. Desde hace años, la compañía destina recursos a ensayar nuevas variedades, tecnologías y zonas de cultivo. En Santa Rita de Siguas, Arequipa, su laboratorio de innovación trabaja a toda marcha, a la espera de que el postergado proyecto Majes Siguas II se haga realidad.

Allí, en un campo experimental de 14 hectáreas, hoy se prueban paltos y arándanos con ventanas de cosecha distintas a las del norte, lo que permitiría extender la temporada y mejorar la competitividad. También se están realizando ensayos con frambuesa, mandarina, frutos secos (pecanas y macadamias), e incluso cereza. —Hace poco, el gobierno peruano declaró Majes Siguas II como un proyecto prioritario —apunta Percy. —Por lo tanto, cuando ese momento llegue, nosotros ya sabremos no solo qué hacer, sino cómo hacerlo.

La idea es simple pero ambiciosa: cuando el futuro golpee la puerta, Cerro Prieto espera ya estar adentro. Por eso el laboratorio de Santa Rita no es una apuesta menor, sino una especie de avanzada técnica en territorio aún por conquistar. Ahí se mide, se compara, se analiza. Qué variedad de palta responde mejor al frío. Qué genética de arándano resiste el sol de altura. Qué frutos pueden abrir una nueva categoría en la cartera exportadora.

Mientras el norte termina de consolidarse, el sur se proyecta abriendo grandes expectativas a la fruticultura peruana. En medio de este entusiasmo, Percy pone la pelota al piso y subraya: —El principal objetivo del negocio frutícola no es plantar más, sino que plantar mejor, y aquello implica entender hacia dónde va el mercado, qué valoran los consumidores y cómo nos anticipamos a esas variables.

CUIDAR EL ORIGEN

Hace tres años, Cerro Prieto decidió abandonar la producción de uva de mesa para enfocarse en aquellos cultivos donde poseía mayor know how y ventajas comparativas: el arándano y la palta. Esta última, convertida en un emblema de la agricultura peruana, hoy ocupa un lugar protagónico en la estrategia de la exportadora. Tanto, que fue la escogida para su primera incursión productiva en tierras foráneas. Con el objetivo de ampliar su ventana de cosecha y garantizar a sus clientes un suministro continuo, en 2019 ACP remontó el continente y puso los pies en Colombia.

Eligieron las tierras de Antioquia y Caldas, en pleno corazón cafetero, donde la geografía es tan fértil como desafiante. De las mil hectáreas que compraron, ya tienen 300 con palto en plena producción, mientras otras 300 están en proceso de plantación. El plan es ocupar el total del terreno en menos de dos años. Pero, como reconoce Percy Muente, abrir camino en tierras extrañas es una apuesta que exige paciencia, humildad y método. —Ha sido un periodo de aprendizaje —admite—, no solo para nosotros, sino para todas las empresas extranjeras que estamos invirtiendo en Colombia. La agricultura es ciencia y lugar. Uno no cultiva igual en Chepén que en Antioquia. Hay que escuchar el suelo, entender el clima, ajustar la técnica. Aprender a leer el territorio. Y aunque el camino ha tenido sus curvas, la brújula no se ha movido: abastecer al mercado global con fruta de calidad, los doce meses del año. Porque en un negocio donde cada semana cuenta —y cada semana sin fruta puede significar perder espacio en la góndola—, extender la temporada no es un capricho, sino una necesidad.

Así, las fichas seguirán puestas en que la operación colombiana se consolide como una extensión natural del proyecto: otro frente en esta lógica de cobertura global y visión de largo plazo. —No basta con estar donde está la demanda —dice Percy. —Debemos estar a tiempo y en el momento justo. Más allá de los retos técnicos que impone cada zona geográfica, Cerro Prieto tiene una convicción: la palta es un cultivo de futuro. Pese a las presiones que generan el cambio climático, las restricciones hídricas o las exigencias de sostenibilidad por parte del consumidor, la demanda global sigue creciendo. Y con ella, la competencia.

Países como Chile y Perú ya son jugadores consolidados, y Colombia asoma con fuerza. Las cartas están echadas: si la oferta regional aumenta, el gran desafío es que también lo haga el consumo. Y ahí, dice Muente, la promoción no es opcional, es esencial. Además, plantea una crítica sin eufemismos. —Tenemos que invertir en hacer crecer el mercado, en generar más consumo. Pero esto no puede recaer solo en algunas empresas. Hoy en la industria hay muchos “free riders” que se benefician del esfuerzo de los demás sin meterse la mano al bolsillo. Eso tiene que cambiar. Promover el consumo favorece al sector en su conjunto, por eso es fundamental que todos contribuyamos.

Para Muente, la promoción de un producto no se remite solo a publicidad o campañas de marketing. Hay una dimensión más profunda, dice, ligada al valor del origen: cuidar la reputación de la palta peruana es tan importante como lograr una buena cosecha. —Cada vez que alguien exporta fruta que no está lista, nos daña a todos. Porque cuando esa palta llega sin sabor, sin textura, sin color, no es una mala palta de un productor cualquiera… es “palta peruana”. Y ese juicio, aunque injusto, cae sobre toda la industria. Desde su mirada, exportar implica entender que se representa algo más grande que una empresa. Es llevar el nombre del país en cada caja. Por eso, para Percy Muente la calidad no es un estándar corporativo, sino una responsabilidad sectorial. —Aunque exportes una palta, recuerda que esa palta representa a todo un país —dice Percy—. Y en este negocio, la confianza es tan valiosa (y tan frágil) como el producto.

“La pregunta no es si una política arancelaria nos afecta, sino más bien, si nos deja en desventaja frente a otros actores que operan con reglas distintas”

LAS DOS HERRAMIENTAS

La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha remecido las estructuras del comercio global. Para algunos, es una amenaza. Para otros, una oportunidad. Para Percy Muente, es una señal de alerta que obliga a pensar con frialdad y estrategia.

En la última actualización de esta serie, el Tribunal de Comercio Internacional de Estados Unidos declaró ilegales los aranceles generalizados a las importaciones impuestos por Trump en abril. Más allá de los resultados de la apelación jurídica anunciada por el mandatario, y que ésta eventualmente revierta la decisión del Tribunal de Comercio, Muente se muestra tranquilo frente a los efectos que podría tener la aplicación de tarifas.

En una primera aproximación, plantea que los exportadores del hemisferio sur —como Perú y Chile— se encuentran bien protegidos por la estacionalidad al ofrecer fruta fresca cuando el norte no puede. —El arancel del 10% es un sobrecosto que, en nuestro caso, no debería tener mayor impacto. La contraestación sigue siendo una gran ventaja para nosotros —afirma Percy.

Sin embargo, el análisis cambia cuando se proyectan escenarios asimétricos. Si el hemisferio sur enfrenta un arancel y México —que ya tiene una ventaja logística considerable— sigue operando con tarifa cero bajo el paraguas del T-MEC, la situación se torna más compleja. —La pregunta entonces no es si una política arancelaria equis nos afecta, sino más bien, si nos deja en desventaja frente a otros actores que operan con reglas distintas.

El resultado de esto, señala, podría ser un reordenamiento progresivo de los destinos. —Si Estados Unidos se vuelve menos atractivo para Sudamérica, mercados como Europa podrían comenzar a absorber una mayor proporción del volumen exportado por el sur.

Sea cual sea el escenario, Percy está convencido que la única fórmula para mantenerse competitivo es elevar los estándares.—Más allá de lo que nos depare el futuro, las claves del negocio serán siempre las mismas: eficiencia extrema y calidad excepcional. Esas son las únicas herramientas que nos pueden blindar frente a la volatilidad.

La estrategia, sin embargo, no termina ahí. En un mundo inestable, reducir la dependencia de uno o dos destinos es una forma de asegurar continuidad operativa y financiera. Explorar nuevos mercados se volvió una necesidad, y si antes algunas aperturas podían esperar, hoy puede que sea el momento de acelerar las gestiones.

—En las Américas todavía hay mucho espacio para crecer, especialmente en países donde el consumo está en alza, como Chile, Argentina y Costa Rica. Y Europa del Este es un mercado dormido, con bajo consumo per cápita, pero con una clase media emergente que cada vez valora más la alimentación saludable. El mundo hoy nos está mostrando oportunidades interesantes, que debemos saber abordar y aprovechar.

La guerra comercial, reflexiona Percy, es un episodio más de una historia mayor: la de un comercio global cada vez más incierto, más politizado y más difícil de leer. En ese contexto, las empresas no pueden conformarse con reaccionar; deben anticiparse. —Este negocio ya no se trata solo de plantar, producir y exportar fruta, sino de construir una estrategia de largo plazo en un mundo donde la estabilidad ya no es la norma, sino la excepción.

Mañana, el CEO de Cerro Prieto volverá a correr los campos de Chepén al despuntar el alba… Una costumbre saludable, sin duda. También para los negocios. En un mercado que se transforma cada semana, correr puede ser la mejor forma de mantenerse un paso adelante y ver los cambios antes que los demás.

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