Corrían los años noventa, y el CEO de la empresa de software Novell, Raymond Noorda, enfrentaba un desafío crucial: cómo competir contra Microsoft. En ese entonces esta última era mucho más grande y poderosa y, peor aún, su sistema Windows le arrebataba participación de mercado cada día.
Noorda, con gran visión, comprendió que la competencia pura y dura contra Microsoft era una batalla perdida, y en lugar de persistir en un conflicto abierto supo identificar espacios donde era posible construir puentes y colaborar. Es ahí que nace el concepto de coopetencia: un enfoque en el que las empresas rivales podían colaborar en ciertos aspectos para beneficiarse mutuamente, mientras continuaban siendo competidoras en otros campos.
Debo confesar que escuché del término por primera vez durante la universidad (mid-nineties también, por si alguien pregunta) pero lo descarté como una opción válida pues no pude imaginar que una empresa o director de una, en su sano juicio, estaría dispuesto a sentarse con sus competidores, darse la mano y trabajar en conjunto una solución. Y aunque me dieron algunos ejemplos, ninguno me pareció lo suficientemente convincente como para justificar el riesgo de ir a sentarse con el “enemigo”.
Pasaron hartos años hasta que, en 2012, escuché una presentación del presidente de Subsole, Miguel Allamand, quien contaba cómo su empresa productora de paltas (chilena), se había sentado con su competidor Westfalia (sudafricano) y habían iniciado una central de distribución conjunta para el mercado europeo. ¡Eureka!… Ahí sí entendí cómo funcionaba. No se trataba de abrir la empresa, se trataba de abrir la mente. Y desde entonces no solo me transformé en el más devoto creyente de la coopetencia, sino que además comencé -y hasta el día de hoy lo hago- a buscar permanentemente esquemas, ideas y proyectos que incluyeran este principio.
En la misma línea, la tercera semana de abril, fuimos los organizadores de un increíble evento, el Global Cherry Summit, donde más de 1.800 productores, exportadores importadores y proveedores, se reunieron a analizar cómo enfrentar el futuro de la industria de la cereza. En el panel de cierre, donde estaban los mayores lideres de la industria, la frase que quedó plasmada en la mente de los asistentes fue: “El futuro de la cereza no depende del mercado, ni de China, India o Estados Unidos; depende del trabajo conjunto de todos en la industria”. Nothing more to say your honor!
En el mundo en que nos desenvolvemos hoy en día, creo que no existe una mejor manera de poder enfrentar los desafíos. Hoy, los negocios no se ganan solo en base a la rivalidad: los problemas más complejos se resuelven cuando los enemigos piensan como aliados. Esa es la fuerza de la coopetencia.