Renovarse en el éxito
REPORTAJE | AVELLANO EUROPEO EN CHILE

Renovarse en el éxito

Pese a una producción menor a la esperada en 2024, el avellano europeo chileno sigue avanzando a pie firme con la expectativa de posicionar al país como el segundo mayor productor a nivel mundial en el corto plazo. La experiencia de la fruticultura nacional sumada a una mirada enfocada en los detalles ha permitido que el cultivo sea todo un éxito. No obstante, pese a estar en una zona de confort con Ferrero, los productores saben que resulta indispensable abrirse a nuevos poderes compradores, así como dotar a la avellana europea que se produce en Chile de un sello de calidad que la diferencie en el mercado.


Por Marcela Venegas

En las últimas dos décadas, Chile ha experimentado un crecimiento notable en la industria del avellano europeo, consolidándose como un actor relevante en el mercado internacional. Este desarrollo ha sido impulsado por las condiciones climáticas favorables en nuestro país para el desarrollo de esta especie, la introducción de nuevas variedades más productivas y con una mejor calidad, y el apoyo de instituciones públicas y privadas que han permitido llevar el cultivo al siguiente nivel. Si bien en 2024 se produjo casi un 30% menos de lo pronosticado inicialmente, la producción de la avellana europea sigue en aumento. Conforme ha ido creciendo la industria, los actores que en ella participan han puesto toda su experiencia en mejorar los cultivos a través de innovación en el manejo técnico del frutal y buscar la asociatividad y cooperación, para así posicionar a Chile como uno de los países más confiables en este cultivo.

Y es que, a diferencia de muchos otros rubros frutales, el avellano europeo nació al amparo de una agroindustria potente. “Entre las décadas del 80 y el 90 en Chile, las empresas transnacionales que exportaban fruta lo hacían a consignación, es decir, tomaban la fruta del productor y la vendían después fuera, para luego hacer una liquidación al productor, sin saber de antemano el posible precio a obtener. En cambio, el avellano partió con un poder comprador fuerte, como fue la llegada de Ferrero a nuestro país”, comenta Juan Carlos Galaz, especialista en innovación de la UC Davis Chile. Esto marcó un punto de inflexión, ya que si bien en nuestro país había plantaciones antiguas y existían condiciones agroclimáticas adecuadas, la superficie era aún muy baja.

“Con la llegada de Ferrero a Chile se aseguró un comprador sólido que fomentó las alianzas estratégicas con productores y el sector público, con el fin de aumentar la superficie cultivada. La inversión privada en el establecimiento de nuevos huertos, sumado a un impulso en la investigación y el desarrollo tecnológico para resolver una serie de aspectos productivos que se han ido presentando hasta hoy día, ha permitido que esta industria se consolide en el tiempo”, explican Soledad Hidalgo y María José Etchegaray, consultoras de Vínculo Agrario.

Además de la italiana Ferrero, hoy en Chile están presentes la chocolatera alemana Storck y la procesadora turca Balsu. Estas tres empresas representan casi la mitad del comercio mundial de avellanas.

CLAVES DEL ÉXITO

Junto con la existencia de un poder comprador importante como Ferrero, el prestigio que tiene Chile en el extranjero respecto a su industria frutícola fue y sigue siendo un punto importante. “Ellos llegaron con la mentalidad de establecer este cultivo en Chile para abastecimiento propio y con una cadena de producción propia. Sin embargo, hacia el año 2000 empieza a haber una claridad sobre los manejos, sobre las dificultades de tener una gran superficie, y recién ahí es cuando comienza la expansión, la apertura hacia los productores locales. Y eso fue lo que marcó la diferencia del crecimiento del avellano en Chile”, cuenta Andrés Reyes, gerente general de Agroreyes, empresa de asesoría técnica para el desarrollo del cultivo en Chile.

Este cambio de mentalidad que implicó pasar de la creencia de que el cultivo del avellano era básico –casi como el de una planta silvestre, con una rentabilidad menor, y que estaba orientado a suelos muy precarios y de mala calidad– a una basada en la experiencia de los actores de la fruticultura nacional, quienes aplicaron sus conocimientos adquiridos en otros cultivos como cerezas o manzanos en favor del manejo del avellano europeo nacional, permitió el crecimiento de la industria. “Tenemos una industria frutícola fuerte, preocupada de los detalles, lo que ha permitido que los manejos agronómicos de este cultivo se hayan tecnificado, manteniendo este carácter de que es un cultivo casi industrial”, explica Juan Carlos Galaz.

“Los viveros se han preocupado de entregar plantas sanas y a diferencia de otros países productores, como Turquía, en Chile se comenzó a investigar sobre manejos para obtener altos rendimientos. Entonces, dentro de lo simple, es bastante tecnificado”.

A partir del año 2010, el avellano cambió totalmente la visión del negocio. Era distinto, rentable, venía a competir con otros frutales, con otros cultivos, y se empezó a abrir hacia nuevos interesados: los fondos de inversiones. “Se trata de actores que estaban relacionados con la agricultura, pero que no eran necesariamente agricultores. Estos fondos de inversiones trabajan muy bien, con operadores, y el mandato de ellos es hacer las cosas lo mejor posible para que el negocio del avellano rentabilice mejor”, explica Reyes.

Es así como esta evolución del sistema de producción comienza a reflejarse de manera indirecta en el éxito del negocio, con producciones sobre 3.000 – 3.500 kilos promedio por hectárea, que se han sostenido a lo largo de los años, y con costos de operaciones de US$ 1 – US$ 1,20, lo que da una rentabilidad de US$ 7.000 a US$ 8.000 por hectárea. A estos interesantes números se les debe sumar la buena calidad de las plantas, la calidad de suelo, un óptimo riego, manejos de poda y fertilización que ha permitido que el negocio de la avellana sea muy rentable. “Hoy día estamos hablando de rentabilidades entre 24% y 25%, y eso es súper atractivo, especialmente para los fondos de inversiones extranjeros. Eso ha llevado a que logremos una tasa de plantación de 3.000 a 3.500 hectáreas al año. Hoy día ya estamos en las 49.000 hectáreas, que es muchísimo, y con proyecciones de llegar hasta las 80.000 hectáreas de aquí al año 2030-32, lo que significaría un total de 120.000 – 130.000 toneladas, posicionándonos como los segundos productores a nivel mundial”, comenta Reyes.

Hoy día estamos hablando de rentabilidades entre 24% y 25%, y eso es súper atractivo, especialmente para los fondos de inversiones extranjeros” — ANDRÉS REYES, ASESOR TÉCNICO

La calidad de la avellana europea que se produce en Chile también es un factor de éxito y así lo han entendido todos los actores que hoy forman parte de la industria. Si bien el 90% – 95% de la producción se vende a la empresa italiana de chocolates, los productores están conscientes de que, pese a estar en una zona de confort que sigue en alza, es necesario poner en valor esta característica que los diferencia de la competencia y abrirse a la posibilidad de que Chile se transforme en un país abastecedor de fruta hacia otros poderes compradores interesados. Así lo demuestran la promoción que hizo ProChile del avellano europeo nacional en la Feria de Alimentos de París el año pasado, y la llegada de Balsu a Chile, el segundo procesador más grande de Turquía, que a comienzos de este año anunció una inversión de US$ 12,7 millones para la construcción de una nueva planta de avellanas en el Maule.

El llamado entonces es a estar preparados. “No podemos quedarnos en la comodidad que tenemos hoy día, y ese es el llamado que le hago a todos los agricultores. Tenemos que estar preparados para la llegada de nuevos poderes compradores, y como futuros exportadores”, subraya Rodrigo Viñambres, presidente del Comité del Avellano. “Tuve la suerte de estar reunido con empresas de Australia, España e Italia, fuera de lo que es AgriChile (Ferrero), en el marco del Encuentro Nacional del Avellano (ENA), y lo que me encantó es que tenemos muy buena recepción de nuestra calidad. La ‘qualitá’ como dicen los italianos, y en eso estamos empeñados como Comité”.

Por esta razón, esta instancia asociativa está enfocada en tres pilares que han definido como fundamentales: la sostenibilidad, la trazabilidad y mantener una industria cohesionada. “La asociatividad ha sido fundamental, principalmente, por los logros alcanzados en materia tecnológica y productiva, construyendo espacios de aprendizaje, intercambio, conocimiento de otras realidades a nivel internacionales, entre otros. Este enfoque colaborativo ha permitido resolver problemas comunes y mejorar la productividad del cultivo”, comentan las expertas de Vínculo Agrario.

ALGUNOS DESAFÍOS

El avellano europeo en Chile ha demostrado ser una industria con un potencial relevante, enfrentando desafíos ambientales, técnicos y comerciales que requieren un esfuerzo público-privado permanente. Para las consultoras de Vínculo Agrario la combinación de innovación, asociatividad y diversificación de mercados será clave para asegurar la sostenibilidad y competitividad del cultivo a largo plazo.

Por su parte, Juan Carlos Galaz plantea que “las oportunidades son muchas y hay que identificarlas para ver cómo podemos irlas concretando. Eso va desde las comerciales hasta la oportunidad de desarrollo de nuevos productos, y en eso hay que seguir trabajando”.

Bajo esta mirada, no es extraño que cada vez resuene con mayor fuerza la necesidad de crear un sello que certifique la calidad de la avellana europea que se produce en Chile, diferenciándola de la de otros países. “Creo muy necesario darle una identidad a la avellana chilena, ya que nos conviene a todos, es beneficioso para Ferrero y para cualquier poder comprador que quiera sumarse a nuestra industria. Tenemos que hablar de trazabilidad, de sustentabilidad, de certificaciones para poder lograr realmente una posición alta”, sostiene Reyes.

Tenemos que estar preparados para la llegada de nuevos poderes compradores” — RODRIGO VIÑAMBRES, PRESIDENTE COMITÉ DEL AVELLANO

“Se trató de plantar en Argentina, no rindió y tuvieron muchos problemas con el viento. Se ha tratado en Brasil, Perú, Uruguay, muy lluvioso. Nosotros estamos blindados geográfica y climatológicamente, pero hay que cuidarlo. El chinche asiático ha afectado a Italia y Turquía. Australia y Sudáfrica alcanzan producciones que no pasan las 1.500 kilos por hectárea. Entonces estamos en una zona privilegiada, pero tenemos que saber cuidarla, multiplicarla y protegerla. Cuando alguien tome un avión y diga voy a ir a buscar avellanas, no piense más que en Chile. En eso estamos trabajando”, concluye Viñambres.