El agua es el recurso natural más importante que existe, pues sin agua no hay vida, ni alimentos, ni producción industrial, ni ciudades, ni ecosistemas. Una persona común muere tras solo unos días sin beber agua. Sin embargo, dos tercios de la población mundial vive en lugares donde no hay agua durante algún período del año, 2.000 millones de personas viven en países sin abastecimiento adecuado del recurso, y más de 700 millones de personas hoy carecen de agua potable en nuestro planeta (es decir, 1 de cada 10 personas). Según las predicciones, el próximo año la mitad de la población mundial vivirá en zonas de escasez hídrica y cerca de 1.000 millones de personas dejarán sus hogares por falta de agua en unos años más.
El problema no es solo de abastecimiento, pues muchas regiones tienen agua, pero el recurso se encuentra tan contaminado que no se puede utilizar para beber o para el riego de cultivos. En otras palabras, tener agua contaminada es lo mismo que no tenerla. Así, más de 1.000 niños mueren cada día debido a enfermedades causadas por agua contaminada.
Como consecuencia de la escasez hídrica, Ciudad del Cabo enfrentó por primera vez un “día cero” debido a una combinación entre factores climáticos y de inadecuada gestión. Otras ciudades como Beijing, Yakarta, El Cairo, Chennai, e incluso en América Latina (México DF, São Paulo, Lima, Santiago) enfrentan un eventual día cero por las mismas razones. Sin ir más lejos, la crisis hídrica azota fuertemente a muchos países. Australia, por ejemplo, atraviesa la peor sequía de su historia con una disminución casi constante de lluvias desde la década de 1990; más de la mitad de la India se encuentra bajo estrés hídrico severo, no solo por la falta de lluvias sino que además por un excesivo consumo del recurso (más que nada agricultura de exportación) y contaminación de ríos y acuíferos; hace unos años, China experimentó la peor sequía de su historia con millones de personas sin abastecimiento y cientos de ríos y embalses completamente secos. De hecho, zonas cordilleranas de todo el mundo (incluyendo Uzbekistán y Kazajistán) están experimentando el mismo fenómeno: menos nieve, la nieve se derrite más temprano y creciente derretimiento glaciar, es decir, los ríos se secan, afectando fuertemente el abastecimiento para zonas urbanas, agrícolas e industriales. Conocidos lagos como el Poopo (Bolivia), Mar de Aral (Asia Central), Chad (África), Faguibine (Mali), Assal (Djibouti), Urmia (Irán) y Aculeo (Chile), entre muchos otros, se encuentran prácticamente secos debido a un excesivo consumo (más que nada agrícola) y escasez de lluvias. En África, Madagascar, Angola y Zimbabue atraviesan la peor sequía de su historia, este último incluso se ha visto obligado a importar alimentos para abastecer a la mitad de su población, pues no tiene suficiente agua para sus propios cultivos, es decir, una verdadera crisis agroalimentaria. En Europa, la crisis hídrica afecta fuertemente a España, Bulgaria, Italia, Grecia, Portugal y Turquía, mientras que en América Latina la crisis agroalimentaria impacta ya a Argentina y Uruguay; Brasil, México y Chile atraviesan la peor sequía de su historia, este último con una de las peores proyecciones de seguridad hídrica a nivel continental (junto a Perú) y mundial; finalmente, Bolivia declaró hace poco la sequía como “desastre nacional”.
Gran parte de los países que han logrado el éxito trabajan con miras a +20 años (para el caso de Arizona, el horizonte es +100 años), mientras que la mayoría de los países que han fracasado trabajan con un horizonte menor a 20 años.
Desde el punto de vista de la gestión del agua (la única herramienta con la que se puede combatir la escasez hídrica en un país), se pueden identificar problemas en común, como reacciones tardías (es decir, se están solucionando problemas que debieron haberse identificado y prevenido hace décadas), mala planificación territorial e incremento desmesurado de las demandas hídricas, decisiones políticas no avaladas por la ciencia, contaminación de aguas, generación de conflictos por el recurso y una clara falta de cultura o cuidado del consumo de agua por parte de las personas.
Sin embargo, la experiencia internacional nos enseña que los países o regiones que están solucionando el problema lo han hecho gracias a la aplicación de una serie de medidas a nivel de cuenca hidrográfica.
1. Horizonte de trabajo positivo, es decir, identificar y prevenir los problemas de escasez hídrica antes que estos se presenten. Gran parte de los países que han logrado el éxito trabajan con miras a +20 años (para el caso de Arizona, el horizonte es +100 años), mientras que la mayoría de los países que han fracasado trabajan con un horizonte menor a 20 años.
2. Siguiendo el ejemplo de Israel, la ley del medidor debe aplicarse a cada usuario que consuma agua de ríos, lagos o acuíferos (tal como se hace con la electricidad). Esto se debe a que es imposible gestionar adecuadamente los recursos hídricos de una cuenca si no se conoce el consumo; quién consume, dónde lo hace, cuándo y cuánto, son variables que deben manejarse con precisión. Lamentablemente, la mayoría de las regiones golpeadas por la escasez hídrica desconocen su consumo.
3. La elaboración de rigurosos modelos hidrológicos ha demostrado ser una poderosa herramienta de planificación territorial en base a los recursos hídricos, esto debido a que cada cuenca es única en cuanto a clima, geología, uso del suelo, etc., por lo tanto, no es lo mismo establecer 100 hectáreas de un cultivo de alto consumo en una cuenca que en otra, o en una sección de una cuenca que en otra. En este sentido, la generación de datos de variables climáticas e hidrológicas (caudales en los ríos y niveles de los acuíferos), en combinación con datos de consumo y propiedades físicas de la cuenca, brinda modelos que permiten determinar qué cambios de uso del suelo son posibles para asegurar un abastecimiento del recurso para todos los usuarios, considerando también futuros usos y cambio climático, y asegurando una planificación territorial sustentable.
4. Los países que han solucionado el problema se caracterizan porque no pierden una sola gota de agua. En este marco, hoy en día la tecnología permite el tratamiento de cualquier tipo de agua contaminada tales como aguas de alcantarillado y residuos industriales (incluyendo la minería). Dichas aguas, que en gran parte del planeta se ven como una molestia, en la realidad representan un recurso hídrico importante que en algunas partes se reutiliza como fuente para riego de cultivos, áreas verdes urbanas, procesos industriales, e incluso potabilización.
5. Curiosamente, los países que más problemas hídricos tienen son generalmente los que más derrochan el agua. En este sentido, la eficiencia hídrica en todos los sectores debe aplicarse mediante incentivos y herramientas legales. Prácticas como riego por goteo y uso de polímeros retenedores de agua en la agricultura (la principal consumidora de agua a nivel mundial) pueden ahorrar hasta 90% del recurso, lo cual podría solucionar el problema de escasez en muchos casos. Sin embargo, en algunos lugares ya se están exigiendo certificados de eficiencia hídrica en todo proceso industrial, en donde la empresa asegura que su producción se desarrolla en base a un mínimo consumo de agua.
6. Lamentablemente, cada año surgen nuevos conflictos por el agua a medida que el recurso se termina. En este sentido, si no se unen todos los usuarios de una cuenca, por lo general no se solucionan los problemas. Por ende, la solución de conflictos es crucial para generar lineamientos que conlleven a un uso sustentable del agua en una cuenca.
7. La hidrología es una profesión cuyo involucramiento ha demostrado ser crucial para la solución de problemas de disponibilidad de agua en todo el mundo, por lo que la contratación de hidrólogos es una acción que continúa en aumento en las zonas afectadas.
8. La cultura del agua es algo muy difícil de cambiar, sobre todo en países ubicados cerca de una cordillera (por ejemplo, Argentina, Bolivia, Chile, Perú), en donde el agua de alguna manera siempre ha abundado en comparación con otras zonas. Sin embargo, la creación de programas de educación para el cuidado del agua representa un pilar fundamental para la generación del gran cambio, desde una persona que derrocha el recurso a una que lo cuida. Dichos programas se deben aplicar tanto en escuelas y universidades, como en el sector público y privado, con el fin de que la población entera de una región afectada por la escasez hídrica cuide el recurso.
9. A nivel urbano, otra forma eficaz de disminuir el consumo a nivel familiar es mediante la transformación de jardines (eliminación del césped), la captación de aguas lluvia, la desviación de aguas grises, la instalación de condensadores de humedad atmosférica y la instalación de inodoros eficientes. Sin embargo, dichas medidas son costosas, por lo que la creación de programas de incentivos y financiamiento a nivel nacional y municipal ha demostrado ser la mejor forma de proceder en esta materia.
10. Pese a la aplicación de todas las medidas detalladas con anterioridad, es muy posible que existan cuencas que aun así necesiten importación de agua, práctica considerada como la “última alternativa”, pues es la más costosa. En este sentido, la construcción de embalses es una opción cada día menos rentable en zonas cordilleranas en donde la precipitación disminuye y los glaciares se derriten, siendo la desalación de agua de mar una práctica que ha tomado vigor. Con más de 20 mil plantas en todo el mundo, la tecnología de hoy hace que la desalación sea una alternativa eficiente y que no produce daños a los ecosistemas si se diseñan bien, abasteciendo de agua para el sector urbano, agrícola e industrial.
Cada cuenca es única en cuanto a clima, geología, uso del suelo, etc., por lo tanto, no es lo mismo establecer 100 hectáreas de un cultivo de alto consumo en una cuenca que en otra.