Benjamín Cillóniz es uno de los líderes más importantes de la agroindustria peruana. Tiene cuarenta y un años, es bachiller en ciencias agronómicas de la Universidad Nacional Agraria La Molina, y lleva la pasión por la agricultura en las venas. Su padre, Fernando, no solo es un legendario productor agrícola en el sur del Perú, sino que ha sido gobernador regional de Ica; y cuando Benjamín recién empezaba a cursar estudios universitarios, ya le decía que debía ir al campo a trabajar. Benjamín le hizo caso. “No voy a decir el nombre de la persona ni la empresa que me contrató, pero me hicieron trabajar muchísimo, ¡me rompí el alma trabajando! Pero no me quejo, al contrario, a esa experiencia le debo gran parte de lo que aprendí, así que estoy muy agradecido”, dice Benjamín, hoy reconocido gestor en el área agrícola peruana, además de ser gerente general, desde hace dieciséis años, en Exportadora Safco Perú, la cual produce en Ica y Nazca.
¿El Perú está perdiendo competitividad?
Ha pasado algo inevitable; sabíamos que íbamos a empezar a saturar los mercados. En Perú hay proyectos grandes, y aunque ocupan un porcentaje pequeño del área agrícola nacional, muy rápidamente saturamos los mercados mundiales. Uno podría creer que todo el Perú está sembrado de uvas o paltas, pero no, podemos sembrar 20.000 o 30.000 hectáreas de un cultivo de frutas y hortalizas de exportación, y ya somos el principal proveedor del mundo. Se habla de que Perú tiene, como área agrícola, cuatro millones de hectáreas, pero podrían ser más. El caso es que el área de Perú que puedes utilizar para el mercado internacional termina siendo un porcentaje bajo; estamos hablando de un 2 o 3% del área agrícola nacional la que estamos destinando a los principales cultivos, y ya con eso saturamos. La uva, por ejemplo, utiliza el 2% del área agrícola del Perú, y con eso ya somos el principal exportador de uva del mundo.
¿Y eso es bueno o es malo?
Yo creo que hemos sido eficientes en el sentido de que con solamente 2% (del área agrícola nacional) generamos mucho, mucho rédito al Perú. O sea, entra mucha plata y se genera muchísimo empleo. El reto está en no ejecutar más allá de lo que nos gustaría, porque luego saturamos. Y nos gustaría crecer más porque el agro es la principal carta que tiene el Perú para reducir el desempleo, pero ya estamos viendo que tiene un techo. Este crecimiento a muchos políticos no les ha gustado y esto se ha sumado a las complicaciones que surgen cuando una industria ha alcanzado la madurez, como es el caso de la agroindustria peruana. La nueva Ley Agraria surge en un contexto político. La agroexportación va a ser su propio verdugo. En la medida en que la exportación crecía, utilizaba mucha mano de obra que hoy en día no tiene ninguna otra oportunidad. Los sueldos naturalmente iban a tender al alza y eso iba a empezar a ponerle un freno natural a la agroexportación, pero ha tomado protagonismo la política, añadiendo costos adicionales a la agroindustria.
¿Un primer punto de quiebre tiene que ver con la nueva Ley Agraria?
Sí, pero yo pondría en primer lugar la saturación de los mercados agrícolas. La saturación es una curva natural. Lo que nosotros, como país, no tenemos, es investigación y desarrollo, entonces nuestra cartera de cultivos es muy reducida. Lo ideal sería poder ampliar esa cartera y para eso también necesitas mejor infraestructura y, sobre todo, mayor convencimiento nacional de que el agro es una herramienta para reducir el desempleo. Es bien difícil impulsar una industria que medio Perú detesta; la opinión pública condena la agroexportación de una manera brutal. Los que estamos en este negocio nadamos un poco contra la corriente, y hoy muchos ven a la agroexportación como un negocio de riesgo por la reputación que se le ha hecho.
“Cuando alguien critica a la agroexportación, yo siempre digo que la solución está en sus manos, que vaya y ofrezca trabajo a las personas que lo necesitan”.
¿A qué se debe esta reputación?
Las protestas de finales de 2020 transmitieron el mensaje de que en la agroexportación se trata mal al trabajador. Yo he vivido la evolución de la agroexportación desde sus inicios, en el año 98; he visto la evolución no solamente de los sueldos, sino de las condiciones laborales y es muy favorable.
Todos quisiéramos que fuera mejor, pero para eso necesitamos que el Perú entero combata el desempleo, y mientras haya desempleo en el país los sueldos no van a poder despegar. Cuando alguien critica a la agroexportación, yo siempre digo que la solución está en sus manos, que vaya y ofrezca trabajo a las personas que lo necesitan. Yo me pregunto, ¿qué otra industria es capaz de emplear a la gente masivamente, sin pedir ningún tipo de currículum, ni experiencia? Lo único que se les pide es el DNI.
Hay quienes plantean que el Estado ya había subvencionado por muchos años a la agroindustria con la Ley de Promoción Agraria, y que ya era tiempo de que asumieran mayores costos. ¿Qué dirías ante eso?
Yo no creo que haya habido una subvención, ha habido un régimen más adecuado a la realidad peruana. El régimen general de Perú debiera ser el régimen agrario; el que más le pone plata en el bolsillo al trabajador es el informal, luego el régimen agrario y al final el régimen general. Todos criticamos la informalidad, pero la realidad es que el informal le puede poner más plata en el bolsillo al trabajador porque tiene menos costos. Al día siguiente que se derogó el régimen agrario, después de la marcha de 2020, nosotros le dijimos a los trabajadores, “señores, ustedes ganan lo mismo, pero como ahora están en régimen general, van a recibir menos plata”.
El sueldo es el mismo, pero le pone menos plata en el bolsillo al trabajador, así de simple. ¿Por qué? Porque tienes que retenerles la AFP, la CTS no se la das todas las semanas, el pago del Bono Beta… Y luego está el tema del pago de EsSalud… El nuevo régimen agrario vino maquinado políticamente desde adentro, el gran beneficiado del nuevo régimen agrario ha sido EsSalud, y no hemos visto ningún cambio positivo en EsSalud.
“Se habla mucho de la cereza, pero yo creo que la cereza, si es que algún día da, va a sufrir lo que los agricultores de la sierra sufren hoy: pésimas vías de comunicación”.
¿Está mal pagar por un servicio de salud? ¿Es porque los empleados rotan constantemente y no correspondería pagarles un mes entero de EsSalud?
Ese no es el problema. El problema es que no se le da al trabajador el servicio de salud que todos quisiéramos y por el que pagamos. Entonces los trabajadores mismos prefieren estar en la informalidad, porque si tú no estás en planilla te puedes atender en el SIS (Seguro Integral de Salud); si estás en la planilla, te atiendes en EsSalud y el servicio es pésimo. Lo que a nosotros nos parece medio incongruente es que le pongas más costos a las empresas que están generando empleo, para que el trato que le da EsSalud a los trabajadores sea un desastre. Yo no tendría problema en pagar aún más si es que realmente el servicio de salud fuese extraordinario. A nosotros nos ha pasado que trabajadores nuestros han ido a EsSalud y los han tratado tan mal que hemos pagado consultas privadas para ayudarlos. Yo no tengo ningún problema en pagar un montón de impuestos en la medida en que tengamos un Estado que cumpla su rol.
¿Qué habría que hacer entonces? ¿Regresar al anterior régimen agrario?
El régimen agrario ha demostrado ser una herramienta potentísima para reducir la informalidad laboral. La gran ventaja que tiene el régimen agrario es que permite flexibilidad al empleado. Todo el mundo lo ve como que es flexibilidad para el empleador, pero en realidad es al revés. Si el trabajador un día decide irse a otra empresa, simplemente lo hace, y no pasa absolutamente nada. En el régimen general tendrías que avisar que te vas a ir con un mes de anticipación. Como país tenemos que saber que cada vez que aumentamos el costo a cualquier industria le quitamos competitividad. El día que las empresas quiebren no habrá ingresos para el Estado.
¿Hay empresas que están quebrando?
Creo que ya hay varias que están bien encaminadas a ello.
EL POTENCIAL DE LA CEREZA
¿Hoy en día una gran pregunta tiene que ver con qué cultivos se sembrarían en el caso de que los grandes proyectos de irrigación que hay en el Perú pendientes sean una realidad?
Entiendo que Chavimochic está más o menos encaminado, creo que Majes podría estar un poco más complicado y Alto Piura aún más complicado. Pero ahí no más, con estos proyectos, tienes muchísimas hectáreas, entonces, si nos ponemos en el supuesto de que se ponen en marcha, algo que mucha gente está pidiendo, yo me pregunto, ¿qué se va a sembrar ahí? Uvas, no, palta y arándano, tampoco pues ya somos los principales ofertantes en esos cultivos. Se habla mucho de la cereza, pero yo creo que la cereza, si es que algún día da, va a sufrir lo que los agricultores de la sierra sufren hoy: pésimas vías de comunicación. La cereza es un cultivo que requiere más frío, y lo más probable es que sea un cultivo muy adecuado para la serranía de 2.000 metros sobre el nivel del mar, aproximadamente. Sería una oportunidad extraordinaria para la serranía, pero al no tener carreteras, yo creo que se va a tener que descartar.
Lo bueno es que hay potencial en la sierra para la cereza…
Como también lo hubo y lo hay para la palta. Lo que pasó con la palta es que inmediatamente saturamos el mercado.
Los primeros que entraron en la palta vivieron una historia extraordinaria; con muy poca inversión en la sierra, tuvieron tres o cuatro años de precios extraordinarios, pero ahora sí se fueron de muelas, la cosa se puso muy dura para la palta, y también están echándole la culpa a la gran empresa, y ahí no hay mucho que hacer, ha sido simplemente oferta y demanda, Perú produjo mucho y los precios fueron a la baja.
¿Qué va a pasar con la uva?
Todavía tenemos ventajas competitivas a nivel mundial muy potentes. Creo que hay que ir a chocar con los otros competidores del hemisferio sur “de tú a tú”. Ya somos más que ellos, pero tenemos que ir a competir fuerte; eso se va a lograr solo si es que logramos reducir los costos de producción totales. Tendríamos también que pensar en reducir los costos laborales de alguna manera, o por lo menos no encarecerlos más.
¿Qué va a pasar con el arándano?
El arándano también ha saturado mucho los mercados. Sí, tenemos ventajas muy interesantes, como las fechas en el mercado. Lo que se requiere es mucha investigación en el tema varietal, y en mecanización agrícola. Entonces tenemos que volver a preguntarnos, ¿qué queremos? El arándano ha sido un generador de puestos de trabajo brutal, fuertísimo, pero claro, eso ha hecho que este cultivo pierda competitividad, por lo que la alternativa sería mecanizar la cosecha –una tendencia en el mundo–, pero mecanizar la cosecha significa generar desempleo. Puede que esa sea la alternativa para que la industria sobreviva, pero la pregunta es, ¿eso es lo que le conviene al país? Yo creo que mientras no hayamos erradicado, o al menos disminuido el desempleo en el país, va a ser un problema.
“Como país tenemos que saber que cada vez que aumentamos el costo a cualquier industria le quitamos competitividad. El día que las empresas quiebren no habrá ingresos para el Estado”.
AGUA PARA TODOS
¿Qué es lo que habría que hacer en Ica en relación al afianzamiento hídrico?
El sector privado participa de los temas hídricos a través de las Juntas de Usuarios de Riego, ya sea para tratar temas de agua subterránea o superficial. Pero siempre te topas con un ente gubernamental con el cual tienes que trabajar; todo requiere permisos, todo requiere certificaciones ambientales. Uno suele encontrarse con barreras muy fuertes para encontrar una solución; por otro lado, hay instituciones que se sienten como ofendidas de que el sector privado tome el liderazgo en estos asuntos hídricos. Están el Programa Subsectorial de Irrigaciones y la Autoridad Nacional del Agua involucradas; también están los proyectos especiales, en el caso de Ica está el PETACC (Proyecto Especial Tambo Ccaracocha), quien debería liderar estas soluciones pero hasta el día de hoy no se ponen de acuerdo en buscar una solución hecha y derecha.
“Ahora sí la cosa se puso muy dura para la palta, y también están echándole la culpa a la gran empresa, y ahí no hay mucho que hacer, ha sido simplemente oferta y demanda, Perú produjo mucho y los precios fueron a la baja”.
En la opinión pública persiste la idea de que son las agroindustriales las que consumen la mayor parte del agua de las comunidades. ¿Qué dirías ante eso?
Hay que aprender a diferenciar. Pongamos el ejemplo del caso de Montevideo, que se está quedando sin agua. Hay que diferenciar lo que es escasez de la fuente originaria de agua, que se compone básicamente de ríos, lagos y acuíferos, de dónde se obtiene el agua potable. El problema de Montevideo es que se ha quedado sin fuente originaria. El problema del Perú no es que no tengamos fuente originaria, al Perú le sobra agua, pero le falta agua potable, redes de distribución, almacenaje y redes de desagüe; y de eso debería hacerse cargo el ministerio de Vivienda y las municipalidades. Entonces, claro, con justa razón, alguien que no tiene agua en su casa va a ver con mala cara a cualquier otro que sí tenga agua para un cultivo. El problema es que el fracaso estatal es grosero, no es capaz de llevarle agua potable a la población. El Estado es el único autorizado para esa función, los privados estamos prohibidos de hacerlo por la Ley de Agua.
¿El Niño Global va a afectar realmente a la agroindustria?
Ya hay una afectación en algunos cultivos, sobre todo en el norte: el mango va a florear menos, y el limón va a tener una menor producción. Pero hay casos particulares como la uva en Ica que va a acortar su ciclo, y al no tener un frío tan intenso, puede tener hasta algunos beneficios.
Pero si se dan las lluvias torrenciales, de todas maneras, hay afectación; cualquier inundación en el norte va a afectar campos de cultivo. Nosotros (los agroindustriales) somos parte de un país; cuando a la población le va mal, a la industria le va mal también, y ahora me refiero a cualquier industria. Si el río Ica se desborda, es un problema para todos los que estamos en Ica. Independiente de que nos llegue agua al campo o no, nosotros tenemos que cuidar a nuestra gente. Si el río Ica se desborda y nuestra gente no puede dormir, el dengue los empieza a afectar, ¿es un gran problema para todos, no?
Una última pregunta, Benjamín, ¿estamos ante un declive de la agroindustria peruana?
Toda curva de crecimiento tiene una curva tangencial, los crecimientos se desaceleran. Hay una norma económica que se llama “la ley de crecimiento decreciente”; tarde o temprano íbamos a llegar a eso; y ha coincidido con una época donde el Perú no promueve este tipo de industrias. El Estado y los privados son socios, de alguna manera, y esa abundancia de recursos que ha ido llegando al Estado va a empezar a estancarse.
¿Cuál es tu pronóstico?
Se vienen años de regulación, y si no tomamos la decisión de impulsar la agroexportación, vamos a entrar en un modo de velocidad crucero, es decir, no se van a generar mayores puestos de empleo, probablemente la recaudación tributaria se reduzca un poco, y quedarán los más eficientes; las medianas van a quebrar y las grandotas van a comprar a las medianas. La posesión va a estar en menos manos, pero eso no significa que vaya a haber una posición de dominio o monopolio; van a haber miles de empresas, pero solamente van a sobrevivir las que sean más eficientes.
¿Seguiremos siendo campeones mundiales en algunos cultivos?
Depende de lo que queramos como país. Agroclimáticamente, la costa peruana ha sido bendecida. La sierra y la selva tienen sus oportunidades, pero si no se solucionan los temas logísticos estarán condenadas, no hay vías de comunicación para que se puedan integrar al sector. Pero subrayo, desde el punto de vista de suelo, clima y agua, somos muy bendecidos.
¿No todo está perdido?
De ninguna manera, no todo está perdido. Pero sería un pecado no aprovechar todas las bendiciones que nos da el país porque simplemente no me agradan los que manejan este negocio. Es difícil conocer una industria como esta… Algunas cosas me dan risa, todo el mundo cree que mi padre es dueño de medio Perú, ¡y no tiene ni cinco hectáreas! ¡Y yo soy empleado de una empresa! A mí me contrataron hace dieciséis años para liderar la empresa y a eso me dedico. A veces digo que tendría que ir a Lima y ponerme a trabajar de vendedor de lo que diablos sea (ríe).