Un premio justamente ganado
Ford Mustang Fastback

Un premio justamente ganado


Por Martin Durruty del Río Ingeniero Comercial y MBA de la Pontifica Universidad Católica de Chile Car Guy Creador de www.roadtripmd.cl

Para nadie es novedad escuchar que vivimos tiempos difíciles. Sin lugar a dudas la pandemia nos impone múltiples complicaciones y pasamos los días tratando de hacer la vida lo más normal posible, dentro de lo que las circunstancias lo permiten. Pues bien, los mercados – en especial el automotriz – no escapan a esta situación excepcional. Hay industrias completas en riesgo de quiebra, alzas históricas en los costos de transporte, quiebres de stock en automóviles nuevos, entre otros, y con ello un alza notable en el mercado de los automóviles usados.

Ahora bien, desde la otra vereda del rubro, la realidad de los autos antiguos presenta un escenario propio. Se mueve con lógicas más emocionales y criterios distintos a los del mercado tradicional. Si bien hace años vemos un alza constante y sostenida en los precios, existe aún una amplia oferta que permite encontrar al “dream car”, pero sin sobrepasar los límites del presupuesto inicial, y ese es el caso de uno de nuestros últimos proyectos y que está listo para ser embarcado de Miami a Chile: El Ford Mustang.

 

Mustang Fastback 1968 390 GT código S se remató hace poco en US$3.4 millones 

 

El cliente es muy especial. Tras contactarnos a través de un referido, nos entregó mucha información del por qué quería un Mustang Fastback 67-68 y las razones, que no son difíciles de intuir: Es aquel auto que soñamos de niños, o el que durante la adolescencia vimos en la mítica cinta Bullet, con nada menos que “The King of Cool”, quien manejaba un Mustang Fastback 1968 390 GT código S, auto que se remató hace poco en la nada despreciable suma de US$3.4 millones. 

Sin embargo, la principal razón por la que comenzamos su búsqueda fue el relato de mi cliente: “No vengo de una familia de muchos recursos, hace un tiempo me empezó a ir muy bien. Todo lo que tengo es fruto de años de trabajo y a mis 40´s he decidido que la vida es hoy”. El cliente no sabía de Mustang salvo que los 67 y 68 le gustaban, ni de las muchas versiones y códigos (T, C, A, K), o las diferentes opciones de transmisión y de kit interiores. 

 

“A un mes de la búsqueda… Comprar un Mustang Fastback “normal” por el presupuesto que teníamos era imposible”

 

Mustang, que nace al mundo el 16 de abril de 1964, fue uno de los primeros productos pensados desde el marketing y a partir de estudios de mercado, por lo que las miles de configuraciones casi únicas en su tipo para cada modelo fue un acierto comercial para la época.

Tras semanas de búsqueda – en lo que ya se había transformado en una verdadera cruzada- enfrentamos el primer obstáculo: El mercado que otrora había sido tan prolífico en especímenes que buscamos, hoy no arrojaba nada. Tiempo atrás estuve estudiando el mercado de los Mustang, en sus consabidas generaciones, y recordaba que los de la segunda etapa eran un poco más baratos que los de la primera, por ejemplo, si el valor de un Fastback primera generación en condición #2 está en torno a los US$45.000 – con unos US$35.000 o US$40.000 comprábamos uno segunda generación increíble.

Lamentablemente, tenía ante los ojos una nula respuesta a la búsqueda y con una oferta muy polarizada. En el extremo inferior de la banda de precios nos encontramos con autos en muy malas condiciones, todos válidos para ser restaurados, y en el otro, autos muy bien restaurados y con “all the check box”, es decir, GT 390 y código S, autos que figuraban en torno a los US$80.000, absolutamente fuera del presupuesto asignado. 

 

El volante enmarca el Rally Pack, un reloj y un tacómetro de 6.000 rpm montado en la columna de dirección delante de un velocímetro redondo de 140 mph.

 

 

¿Qué fue lo que pasó? La respuesta vino de la mano del cine, de la cinta “Gone in 60 seconds” (una reedición de la película de 1974) en la que uno de sus protagonistas principales- además de Nicolás Cage- fue el Mustang Fastback, el “Eleanor”, por lo que el modelo se había hecho extremadamente popular y la demanda por donantes para poder construir este “Restomod” había crecido exponencialmente. Al ser la oferta fija, los precios estaban en las nubes, el nivel de precios fue tal, que dio cabida para que las fábricas vendieran una carrocería completa, 100% nueva, para poder construir el auto, y con el back up de motores, cajas de cambios, frenos, suspensiones, entre otros, por lo que construir un “Eleanor” es casi tan fácil como ir al supermercado y llenar el carrito con todas las cosas de la lista. 

A un mes de la búsqueda y constatar la situación, debimos sincerarnos ante el cliente: Comprar un Mustang Fastback “normal” por el presupuesto que teníamos era imposible. 

Entre las actividades que realizo, formo parte de una “red de mentores” y enseño que, en cada proyecto, se debe definir un “plan B”. Aplicando lo mismo que predico, trabajamos en opciones para el cliente, lo que implicaba buscar otro “pony car” del período de GM o de la Chrysler, o bien, moverse a un Mustang de primera generación o a uno de tercera. A mi parecer, el Mustang tercera generación es un auto que está subvalorado, y en ello el mercado europeo me da la razón. Allí son caros, y es que la línea del techo semi Fastback le da un look muy europeo, muy “GT”.

Luego de una reunión vía Zoom con el cliente – que para mi sorpresa resultó de lo más entretenida-, decidimos ir por un Mustang primera generación. Jamás en mi vida pensé que un Mustang Fastback 65- 66 iba ser el “second best”, pero tampoco pensé que íbamos a estar encerrados, o que nuestros hijos tendrían clases de forma remota, definitivamente el mundo se mueve muy rápido.

Tras la decisión, nuevamente las horas se transformaron en días y los días en semanas; cientos de filas en el Excel, hasta que apareció en uno de los 43 buscadores que utilizo – y al que menos fe le tengo-. Ahí estaba. Desde el punto de vista de un purista como yo lo era todo, y para el cliente, cumplía con todas las condiciones de look que quería: Mustang Fastback de 1966, Código A, GT, caja de 4, Rally Pack, negro con interior negro y con aire acondicionado, si bien le faltaba el interior Pony, ¿se podría pedir algo mejor?

 

Luego de una exhaustiva decodificación del VIN, pude comprobar que había nacido un 30 de octubre, así tal cual, negro con interior negro y con todos los accesorios mencionados. Si bien el vendedor era un hombre que sabía mucho de autos antiguos, de Mustang y había chequeado todo, sin tener un “Martin Report” no podíamos saber si era GT original o no. Un chequeo al número estampado en la caja de dirección nos hizo ver la luz…”es GT”, susurré despacio luego de ver la foto en cuestión.

El paquete GT incluía espirales y paquete de resortes revisados, amortiguadores más rígidos y una barra estabilizadora delantera más gruesa de fábrica en comparación con el Mustang estándar, así como frenos de disco delanteros. El volante enmarca el Rally Pack, un reloj y un tacómetro de 6.000 rpm montado en la columna de dirección delante de un velocímetro redondo de 140 mph. El código A significa que trae un motor V8 de 289 pulgadas cúbicas con una relación de compresión de 10.0:1 y un carburador de 4 bocas entre varias mejoras, generaba 220 hp y 305 libras de torque, lo que representa el tercer peldaño de cuatro en la escalera de opciones de motores, solo debajo del mítico código K, que es básicamente un auto de carreras. Una transmisión manual “Toploader” de 4 velocidades dirige la potencia a un eje trasero sólido con engranaje final de 3.50:1. 

 

 

Definitivamente no estábamos frente a “un auto de secretaria” frase, que según la película “Ford v/s Ferrari”, habría dicho el mítico piloto Ken Miles. 

 

 

Se coordinó la inspección en origen y el auto resultó ser un condición #2. Se llegó a acuerdo en el precio y se hizo la compra, hoy espera espacio en el barco de nuestro operador logístico en Miami, listo para ser embarcado, para terminar con el auto estacionado en la casa del cliente, con su documentación al día.

En esta actividad hay lo que se llama en economía “creación de valor”, algo a lo que todos estamos llamados y nos hace privilegiados al haber sido parte en esta historia. Es indiscutible que, al importar una pieza tan especial, se contribuye al patrimonio nacional, pero el pensar en la cara de ese cliente cuando llegue su “juguete”, aquel premio al esfuerzo justamente ganado, no tiene precio.

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