Como toda leyenda, ésta se encuentra algo exagerada y alejada de los verdaderos eventos que realmente ocurrieron, pero se le conceden ciertas «licencias artísticas», porque ejemplifican de buena manera por qué la historia siguió el curso que tomó.
La leyenda cuenta que un joven Reed Hastings -en el futuro conocido como el cofundador, presidente y director ejecutivo de Netflix cuya fortuna actualmente asciende a US$ 3.600 millones – había arrendado en Blockbuster la película Apolo 13, aquel éxito de taquilla protagonizado por Tom Hanks, Bill Paxton, Ed Harris y Kevin Bacon. Se dice que Hastings se demoró en devolver la cinta y le cobraron una multa de US$ 40, que más que afectarle por la cifra a pagar fue un golpe a su ego. Y fue en ese momento en que pensó que debía haber otra forma de plantear ese negocio, sin castigar al cliente. Años después, Marc Randolph, socio de Hastings, reveló que esta historia fue una exageración para hacer la biografía de Netflix algo más atractiva. En realidad, solo tuvieron que hacer un largo viaje, sumado a unos transbordos en bus y metro desde Silicon Valley para devolver la película, lo que les generó mucha pereza y buscaron alternativas a este sistema.
Sea cual sea la historia, no pasó mucho tiempo hasta que el 29 de agosto de 1997 naciera Nettflix, empresa que fue uno de los factores claves en el derrocamiento del imperio de Blockbuster y uno de los últimos clavos del ataúd.
EL NACIMIENTO
Son los años 90 y es viernes por la noche. Jóvenes y adultos pasean por los pasillos del Blockbuster, toman los videocasets, leen las sinopsis de la película escrita en la carátula, buscan los estrenos esperando que todavía queden copias y eligen la cinta que finalmente llevarán a casa para disfrutar con la familia o amigos durante ese fin de semana. Ese era el encanto de los videoclubes. Esa era la magia de Blockbuster.
El empresario David Cook fundó en 1978 Data Services, una compañía dedicada a atender a empresas petroleras. El éxito le sonreía y la industria lo saludaba calurosamente, hasta que a mitad de los 80´s estalló la crisis e impactó negativamente su negocio. Fue en ese momento que su carrera dio un giro completamente inesperado y decidió montar un negocio sobre el arriendo de películas: Blockbuster. Fundó la empresa en el año 1985 y abrió su primer videoclub en Dallas, Texas, el 19 de octubre. En aquel momento, Cook utilizó sus conocimientos sobre bases de datos para crear una franquicia de alquiler de cine doméstico, un sector tan rentable en esa época.
Con el objetivo de distinguirse de la competencia, su establecimiento se adaptó a la demanda con un catálogo más amplio, de hasta 6.500 títulos, alquileres más largos para que el cliente pudiera llevarse varias películas, y un mayor control de inventario a través de su propio sistema automatizado, con el que detectaba las preferencias de los consumidores.
En menos de dos años Blockbuster ya contaba con 15 tiendas propias y 20 franquiciadas.
En 1987, Cook vendió una participación mayoritaria en Blockbuster a un grupo inversionista liderado por Wayne Huizenga, por US$ 18 millones y un porcentaje sobre los beneficios. Además de mantener las ideas del fundador, Huizenga diseñó un plan de expansión para convertir a Blockbuster en el referente de los videoclubes. Nuevo sistema de distribución, compras de franquicias rivales y acuerdos con productoras de cine, fueron algunas de las medidas que tomó la nueva dirección de Blockbuster.
LOS AÑOS DE ORO
Además de convertirlo en un negocio rentable, en 1989 se habían superado los 1.000 establecimientos y en el año 1990 se inició la expansión internacional con aperturas en Europa y América Latina.
Viacom adquirió Blockbuster en 1994 por más de US$ 7.700 millones. Un año antes, Huizenga les había propuesto una fusión por intercambio de acciones para que pudieran financiar la compra de Paramount Communications con su flujo de caja. Sin embargo, los accionistas del grupo lo llevaron a juicio y la operación estuvo bloqueada durante un año hasta que un juez la autorizó.
En 1997 la junta directiva nombró consejero delegado a John Antioco, quien recondujo con éxito el negocio hacia el alquiler de películas, primero en VHS y después en DVD. Un año después Blockbuster aún controlaba el 25% del negocio mundial, en parte gracias a un nuevo acuerdo de distribución de beneficios con las grandes productoras, y Viacom hizo una oferta pública de venta que recaudó más de US$ 465 millones.
Blockbuster se vio arrastrada en la primera década del 2000 por nuevas formas de consumo electrónico, como el alquiler por correo de Netflix, la guerra de precios en el DVD, la infracción de derechos de autor y, finalmente, los servicios de video bajo demanda en Internet. Para 2004 contaba con más de 9.000 locales distribuidos en distintas ciudades del mundo, sin embargo, para esa fecha los videoclubes comenzaron a caer en desgracia y fue entonces cuando Viacom puso a la venta Blockbuster, luego de haber registrado pérdidas superiores a los US$ 300 millones.
Blockbuster, la serie
En lo que puede parecer una ironía, Netflix se prepara para lanzar una nueva serie sobre el último Blockbuster del mundo. Recientemente se dieron a conocer las primeras imágenes de esta comedia coral, que “explora lo que se necesita (y, más específicamente, quiénes hacen falta) para que un pequeño negocio triunfe contra todo pronóstico”. Blockbuster, protagonizada por Randall Park y Melissa Fumero, está ambientada en la única sucursal del otrora gigante que se mantiene con vida, en Bend, Estados Unidos. Aunque todavía no se conoce la fecha de estreno de esta producción, que en su primera temporada consta de 10 episodios, la página de Netflix ya la anuncia entre sus próximos lanzamientos.
LA CAÍDA
Desde mediados de la primera década del 2000, Blockbuster no supo reinventarse ante los cambios que venían con la modernidad: del formato físico frente a nuevas formas de consumo tan dispares como la televisión por cable, los quioscos de autoservicio, el video bajo demanda e incluso la infracción de derechos de autor, ante las cuales no había previsto una estrategia. En algunos países como España y Ecuador se retiró inmediatamente del mercado, mientras que en otros como México y Argentina tuvo que redimensionarse.
En ese mismo año a Blockbuster se le presentó la inédita oportunidad de poder comprar Netflix, según documentan ambos cofundadores de la cadena de streaming, por US$ 50 millones. Sin embargo, Blockbuster rechazaría la oferta, porque veía más rentable que los clientes fueran hasta la tienda. Sin embargo, su CEO niega que se hayan llevado a cabo discusiones realmente serias sobre la compra. Netflix terminaría superando el millón de suscriptores y Blockbuster tuvo que lanzar un servicio híbrido de alquiler on-line, Blockbuster Total Access, cuyo resultado fue muy deficitario pese al alto número de usuarios. La plataforma streaming hoy vale alrededor de US$ 231 mil millones.
El 23 de septiembre de 2010, Blockbuster declaró la quiebra con una deuda superior a los US$ 1.000 millones. En aquel momento aún quedaban abiertas más de 3.000 tiendas en Estados Unidos. A pesar de varios intentos por reestructurar su deuda, en marzo de 2011 el Departamento de Justicia de los Estados Unidos dictaminó que la empresa debía ser liquidada.
Blockbuster fue absorbida en abril de 2011 por Dish Network, que era el mayor proveedor de televisión de pago de Estados Unidos, por US$ 320 millones. El objetivo inicial de esta medida tomada con relación a Blockbuster era cumplir el cierre gradual de las 1.700 tiendas físicas que aún quedaban y conservar la marca para lanzar un servicio de video bajo demanda que compitiese con Netflix. Sin embargo, los planes no prosperaron y dos años después se anunció el cierre completo de todos los videoclubes a partir de enero de 2014.
Blockbuster no supo reinventarse del formato físico frente a nuevas formas de consumo tan dispares como la televisión por cable, los quioscos de autoservicio, el video bajo demanda e incluso la infracción de derechos de autor, ante las cuales no había previsto una estrategia.
Los 300 locales de Estados Unidos, propiedad de la compañía, fueron clausurados, pero Dish Network permitió que algunos franquiciados pudieran continuar bajo la marca Blockbuster mediante un acuerdo comercial. A finales de 2017 aún permanecían abiertos once videoclubes Blockbuster en Estados Unidos: siete de ellos ubicados en Alaska, donde las tarifas de Internet son más caras que en el resto del país; tres en Oregón, y el último en Edinburg, Texas. Para principios de marzo de 2019 quedaban solo dos tiendas abiertas, una en Morley, al oeste de Australia y la otra en Bend, Oregón, Estados Unidos. Pero ese mismo mes la tienda del continente australiano cerró sus puertas, dejando a Oregón como el último estandarte no solo de las tiendas Blockbuster, sino también de lo que representaba una época cuya magia solo se puede replicar y revivir en aquel lugar y retroceder en el tiempo volviendo décadas atrás.
Una posible explicación para la larga vida de la tienda, explica su gerente general, es que Bend se encuentra en una región descrita como un territorio de enormes extensiones con comunidades realmente pequeñas, que a menudo no tienen fácil acceso a Internet de alta velocidad necesario para la transmisión de contenido del streaming. Muchos residentes de esas áreas periféricas se detienen en Blockbuster durante sus viajes semanales a la ciudad para hacer sus arriendos, atraídos en parte por la política de alquiler de siete días de la tienda y es una de las últimas paradas antes de volver a casa.