Está impecable, se repite una y otra vez como mantra a la hora de buscar un auto de colección. Y sí, puede que esté “impecable”, pero eso no significa que cumpla los requisitos legales para ser importado. En efecto, el título XIX de la Ley Nº18.290 es clara en señalar que debe “Estar conservado o restaurado a su condición original”. Esto último, se ha tornado con el tiempo muy difícil, sobre todo tratándose de automóviles norteamericanos, mercado en el que los “Resto Mod” son cada vez más comunes, dejando muy pocos ejemplares originales y que por lo tanto cumplan con la norma.
Lo anterior, también es válido para autos europeos, es más, hay empresas que se dedican a hacer este tipo de conversiones en marcas específicas, lo que permite, por ejemplo, encontrar un Mercedes “pagoda” con mecánicas de mercedes AMG de última generación. Sin embargo, la norma deja abierta una puerta, una maravillosa puerta, para quienes amamos este hobby y es la que permite importar un auto para restaurar: No es necesario que esté “impecable”, solo tiene que estar conservado en su condición original.
Conversemos un poco de otros criterios y rompamos algunos mitos. Importar un auto y restaurarlo en Chile no es necesariamente más barato, es más, es altamente probable que termine siendo más caro que haber importado un auto ya restaurado. A mi juicio, son experiencias totalmente distintas que van dirigidas a personas distintas, en donde la variable costo, es la que menos debería pesar y casi no debería tomarse en cuenta. Así las cosas, el que quiera importar un auto para restaurar con miras a disminuir sus costos en el proceso, está condenado al fracaso. De seguro, lo va a pasar pésimo durante mucho tiempo y es muy probable que termine gastando más. Entonces ¿Cuál es la razón para hacerlo?
Vamos por parte, en primer lugar, hay que saber lo que se está buscando y tener una red de apoyo, es decir, un pull de proveedores a quienes poder comprar los repuestos en el extranjero, y luego de ello el taller donde se pueda “hacer la lata”, el tapicero, el que haga la mecánica, pintura, etc. Si se cumple con todo lo anterior, se puede iniciar el viaje de restaurar un auto. La experiencia es casi mágica y terminará con el auto de tus sueños, el modelo exacto, del color que tú quieres, con el interior de tu gusto, la configuración mecánica que quieres y los accesorios que a ti te gustan, es decir, es volver al pasado y replicar la experiencia de ir al concesionario y comprar el auto nuevo, tal y cómo lo querías.
Sabemos que los autos son una expresión de la personalidad y las áreas de marketing del rubro lo saben aún mejor. Permanentemente explotan al máximo el concepto y nos venden una imagen, una en donde el auto es clave, un símbolo que define quién eres. La industria del cine por su parte, apoya esa idea con mucho acierto. Cómo no recordar en el film Bridjet Jones’s Diary (2001) a su personaje Daniel Cleaver. Sí, el “galán” exitoso y mujeriego interpretado por Hugh Grant. En la película debe ir a un matrimonio con su nueva novia y hacer un viaje romántico fuera de la ciudad, entonces escoge cuidadosamente su ropa, su reloj y su auto. ¿Se acuerdan del Mercedes celeste convertible? El auto se roba la escena y con una imagen lo dicen todo. Lo mismo ocurre en The Pursuit of Happyness (2006), cuando el pobre Chris Gardner, interpretado por Will Smith, pasa miles de dificultades económicas, hasta lograr una estabilidad.
En la escena en que va con su hijo a visitar a un millonario inversionista, el que termina invitándolo a ver un partido de football, ¿Recuerdan en que auto van? Sí, el Mercedes café convertible es parte de toda la escena y representa el auto de un millonario.
Más recientemente, en la película The Hangover (2009), aparece un Mercedes gris convertible que el suegro les presta a los protagonistas de la historia y que el hijo torpe no permite que nadie lo toque. Sabemos lo que pasa con el auto después y la desesperación de los protagonistas muestra todo lo que el auto significa.
EL DREAM CAR ELEGIDO
El Mercedes Benz en cuestión es un Mercedes Cabriol. Para mi un “Dream cars” fabricado entre 1961 y 1972 en dos versiones de chasis: El W111 y el W112. El W111 fue diseñado por Paul Bracq – uno de mis diseñadores favoritos- a finales de la década de los 50´s, pero la versión convertible se lanza oficialmente a finales de 1961 en el salón de Frankfurt. Basado en el nuevo sedán para 1959, el “Colas” – como se le conoce – usa gran parte de sus componentes mecánicos y el mismo estilo, pero a diferencia del sedán, que influenciado por la moda americana del momento no lleva esas “colas” en la parte posterior del auto y su diseño es simplemente sobrio y elegante, este auto es de cuatro plazas y techo de lona, como todos los convertibles del período, pero a diferencia de los sedanes, todas las motorizaciones son con inyección.
El Mercedes Cabriol, a diferencia del sedán, usa gran parte de sus componentes mecánicos y el mismo estilo, pero es de cuatro plazas y techo de lona, como todos los convertibles del período y todas las motorizaciones son con inyección.
La primera generación va de 1961 a 1965 y lleva un motor de seis cilindros en línea y 2.200 cc. Los había con caja mecánica o automática, ambas de 4 cambios ya sea montada en el piso o en la columna de dirección. Para 1966 sale la versión de 2.500 cc y cambia de aro 13” a 14” dando la posibilidad de tener frenos de disco en las ruedas traseras, pero con un cambio importante en la inyección que ya es multipunto. Finalmente, en 1968 sale la versión con 2.800 cc y varios cambios en el interior, siendo el más notorio – para mi gusto una enorme pérdida- que en la parte del tablero que aloja los instrumentos, un velocímetro y un tacómetro, fue tapizada en vez de mantener la madera como en las versiones anteriores. Capítulo aparte es el Chasis W112 o 300 SE y su derivado para 1970, el 280 SE 3.5, con su motor M116 V8 de 3.500 cc.
Este vehículo ha sido utilizado en el cine en películas como Bridjet Jones’s Diary, The Pursuit of Happyness y Hangover.
¿Costos? como dijimos, el estado en el que se encuentre lo es todo, pero uno condición #3 o 3# lo podemos encontrar desde los USD$ 100.000 hasta los USD$ 150.000, donde el valor máximo los tiene un #1 280SE 3.5 cuyo valor está en torno a los USD$ 400.000.
Así parte la historia de un auto que importamos hace poco y que ya está en Chile. Mi cliente, quería su “Dream Car” y darse un gusto. No quería el mejor auto que fuéramos capaces de encontrar dado un presupuesto, sino que quería “su” auto. El total desconocimiento de la norma, de las distintas versiones y del mercado, hacía que el cliente – y amigo a esas alturas- pensara que sería solamente un sueño. Al conocernos y tras un par de reuniones, nos embarcamos en el proyecto de buscar el auto correcto que él decía necesitar para restaurar y configurar a su entero gusto.
Para dicho proyecto, ampliamos los territorios y buscamos en Europa, e incluso, estuvimos a punto de comprar un auto que estaba en Sudáfrica. El sourcing nos arrojó 59 autos, en todas las versiones y estados, pero el trabajo de observación detallado de cada uno nos permitió enfocarnos solo en cinco candidatos que fueran una buena base, es decir, autos que no estuvieran intervenidos, completos, no chocados y ojalá con el mínimo óxido posible.
Clave en esta historia es chequear el número de chasis, ya que debido al alto precio que estos autos tienen hoy, hay muchas “conversiones”, esto es, autos que nacieron como coupe, y que fueron convertidos a cabriolet, lo que afecta el precio en forma importante. Finalmente, nos decidimos por un lindo 220SE de 1965, automático con aire acondicionado y que venía con los cromados exteriores del W112, el 300SE, unos accesorios que los instalaban en el dealer. Se hizo la inspección en origen y nos encontramos con un auto que funcionaba perfectamente, con muy poco óxido y en que el tapiz se encontraba en buenas condiciones (todos estos autos están tapizados en cuero). En el fondo, era un auto conservado con el desgaste propio del uso. El problema era que se había usado durante muchos años.
Actualmente, el auto se encuentra desarmado y en proceso de restauración, para así volverlo a la gloria que le corresponde y con la configuración de colores deseada, tal y como mi hoy amigo lo habría pedido en 1965, al entrar al concesionario y comprar su auto nuevo.