Al analizar los desafíos derivados de la contratación de mano de obra agrícola, surgen variables comunes y otras acotadas al contexto de cada país. Mientras en Chile, por ejemplo, vuelven los fantasmas de la escasez; en Perú las empresas se enfrentan a la necesidad de adaptarse a una nueva normativa.
“Es una tendencia de hace varias décadas, que cada vez es menos importante”, detalla Geoffrey Cannock, socio-gerente área de Consultoría Económica en Apoyo Consultoría. Se han ido asentando, dice, principalmente en Ica al sur de Lima y en localidades intermedias situadas hacia el norte, entre ellas Chao y Olmos.
Desde esa perspectiva, Cannock explica que “el desarrollo de los cultivos de agroexportación ha sido fuente de empleo formal para una parte muy elevada de personas que se encontraban en labores informales de muy baja productividad en el agro, especialmente en la pequeña agricultura”.
“La nueva Ley de Promoción Agraria traerá repercusiones. Incluso podría desincentivar las inversiones agrícolas en el país”
Geoffrey Cannock, socio-gerente del área de Consultoría Económica en Apoyo Consultoría.
Analiza que en ese sentido no hay una situación de escasez de mano de obra por la oportunidad que brinda la agroexportación, en especial durante los meses cuando hay un exceso de oferta laboral en las zonas andinas que migran estacionalmente a las zonas agroexportadoras de la costa. “Sin embargo, en las semanas de alta demanda por labores culturales como la cosecha, sí hay una escasez relativa de mano de obra que se ha reflejado también en el valor de los jornales”, puntualiza.
Al comparar el agro con otros sectores económicos, Cannock comenta que entre 2013 y 2020 se registró una migración intersectorial de mano de obra hacia la minería y construcción. Ve poco probable que ello vuelva a ocurrir, al menos en los próximos 5 años, debido a que el desarrollo de la minería se ha vuelto complejo pues no se estarían aprobando grandes proyectos. Ello se debe a temas ambientales y a la denominada licencia social, que es una aprobación por parte de las comunidades locales.
Sumado a lo anterior, uno de los temas que ha concitado la atención de la industria peruana y también global, es la nueva Ley de Promoción Agraria, que según el experto traerá repercusiones. Incluso podría desincentivar las inversiones agrícolas en el país.
inversiones agrícolas en el país. Identifica tres factores de mayor incidencia para las empresas. Primero, el aumento en la remuneración mínima vital por encima del régimen general de 25% (a través de una bonificación que no forma parte de la base salarial). Segundo, el incremento en los conceptos que deben ser remunerados como transporte, alimentación, guarderías y seguro complementario de riesgo en trabajo. Y tercero, un alza en el aporte a la seguridad social de 4,5 a 9%. En total, un 47% más respecto a la ley que fue derogada.
“Obviamente que ese aumento en costos no es trasladable al precio”, asevera, y por ese motivo determina que el principal desafío en el corto y mediano plazo es que las empresas ajusten la demanda de mano de obra. “Tendrán que identificar mejor al personal más productivo, optimizar su empleo entre las diversas labores culturales y balancear todo ello con la pérdida esperada de productividad en el campo y en los packings”, agrega.
A mediano y largo plazo prevé que tendrán que explorar opciones de mecanización, incluso, menciona el traslado a otros países con un mejor entorno. Añade que podría haber un proceso de consolidación de algunas compañías a través de fusiones y adquisiciones.
EL PANORAMA EN CHILE
Cerca de 750 mil personas desempeñan labores agrícolas en Chile. La cifra representa entre un 8 y 9% de la fuerza de trabajo a nivel nacional. Los principales desafíos que el sector enfrenta son que la población rural está envejeciendo y que los jóvenes se están alejando de las labores del campo hacia otros sectores como el comercio. ¿Por qué? Expertos coinciden que por considerar la actividad agrícola como un trabajo sacrificado. Si se compara por ejemplo con el rubro minero, que exige un desgaste físico similar al agro, la diferencia radica que en la minería las remuneraciones son más altas.
El ex ministro de agricultura Carlos Furche, expone que “en la medida que la economía se va diversificando, complejizando, va ofreciendo nuevas oportunidades laborales. El mundo de los jóvenes rurales tiende a migrar hacia la ciudad o al menos hacia actividades no agrícolas, no necesariamente para salir del mundo rural, pero sí para salir del trabajo agrícola”. Y es ahí cuando la fuerza de trabajo migrante extranjera, ya sea permanente o temporal, ha sido relevante para suplir la escasez de mano de obra local.
El profesor de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Juan Pablo Subercaseaux, explica que la escasez de mano de obra fue un tema del que se habló bastante a partir del año 2000, porque se veía como un factor limitante para el desarrollo del sector frutícola.
“Y como la mano de obra permanente seguía siendo chilena, si te ibas al dato de cuántos cosecheros temporales eran inmigrantes el índice subía al 30%”. Un dato interesante al respecto es que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en Chile, en conjunto con Anasac y Unifrutti, presentaron la campaña Elcamposecuida.cl con el propósito de difundir medidas de cuidado ante el COVID-19. Debido a la gran cantidad de mano de obra haitiana en el país, fue traducida al creolé.
Pero en la actualidad regresa con fuerza la preocupación por la escasez de mano obra. “Hoy estamos volviendo a la normalidad, a que vuelva a ser un factor limitante”, especifica el académico, debido al constante crecimiento de las hectáreas dedicadas a la fruticultura.
Furche agrega otro elemento a la discusión: Rubros como la fruticultura, vitivinicultura y algunos espacios ganaderos van a continuar expandiéndose hacia las regiones del sur, sin que desaparezcan de las regiones de la zona central y del centro norte. “Hay varias proyecciones que indican que de las 350 mil hectáreas más o menos que hay hoy en día de fruticultura, se espera que, a finales de esta década, debieran estar cercanas a las 500 mil hectáreas”, comenta.
Esto supone una inyección de demanda de fuerza de trabajo relevante, particularmente en regiones como Biobío, Ñuble y La Araucanía. Al respecto destaca que “Ñuble y La Araucanía son las regiones de Chile que tienen mayores tasas de desempleo y pobreza rural. En consecuencia, la expansión de la agricultura intensiva debiera contribuir a disminuir desempleo estructural y pobreza rural. Uno podría imaginar que por ahí hay una cierta posibilidad de que el número global de empleados en agricultura no disminuya demasiado rápido”.
En línea con ese análisis, el representante del IICA en Chile, Hernán Chiriboga, menciona que “la mejor alternativa para combatir la pobreza es invertir en el sector agrario” y argumenta que según el Banco Mundial cada dólar o cada peso invertido en el agro es 2,7 veces más eficaz para reducir la pobreza que ese mismo dólar o peso invertido en cualquier otro sector de la economía. Complementa diciendo que “invertir en el campo genera descentralización, mejora la conectividad, requiere de vías, comunicaciones, empaques, fletes, etcétera, por lo que dinamiza tremendamente la economía y es definitivamente la mejor alternativa para generar progreso y combatir la pobreza”.
“Varias proyecciones indican que de las 350 mil hectáreas más o menos que hay hoy en día de fruticultura, se espera que, a finales de esta década, debieran estar cercanas a las 500 mil hectáreas”
Carlos Furche, ex ministro de agricultura de Chile
¿SOLAMENTE MIGRACIÓN?
La migración es una alternativa relevante para enfrentar la escasez de mano de obra en Chile. Pero a la ecuación hay que agregar otras variables: Aumentar la productividad, optar por cultivos más rentables y variedades que no se cosechen en los meses de mayor demanda de trabajadores.
También la mecanización, no obstante, hay que ser cautos. El ex ministro de agricultura detalla que “uno podría imaginar algunas formas de mecanización parcial que alivien el peso del esfuerzo físico, pero en una última instancia es una mano la que retira el fruto del árbol”.
Su opinión es compartida por Juan Pablo Subercaseaux, quien afirma que se puede mecanizar un porcentaje mayor de las labores ya mecanizadas. Da como ejemplo los cultivos de uva para vinos o cultivos de nogales. Sin embargo, “una cereza para fresco no la puedes mecanizar. Y puedes decir que ahora mecanizaron la cosecha de arándanos. Sí, pero para fresco no. Es para IQF. Es decir, cortas y congelas”. Menciona a Estados Unidos como ejemplo, donde dice es factible la cosecha de arándanos para fresco con maquinaria, porque se consume prácticamente al otro día. Pero en el caso de Chile, es necesario considerar los largos tiempos de traslado hasta los mercados de destino.
Subercaseaux expone otro resquemor: El robot en el campo “es particularmente complejo” y lo compara con otros sectores como el automotriz, donde las operaciones se realizan en un ambiente controlado. Por el contrario, en el agro “necesitas que ese robot vaya de árbol en árbol cosechando de acuerdo al color. Y me podrías decir que con una cámara puede saber exactamente el color, pero esa cámara con polvo ya no lo ve. Entonces, pensar que va a venir un robot y nos va a solucionar el problema, no”. A lo anterior, incorpora el factor precio y señala que deberá pasar bastante tiempo antes de que se presente un aumento en el costo de la mano de obra y la disminución en el precio de este tipo de tecnología.
LA SITUACIÓN EN OTROS PAÍSES
El ex ministro de agricultura, Carlos Furche, asevera que lo que ocurre en Chile en cuanto a migración y trabajo agrícola es parte de lo que sucede en el mundo. Especifica que es un fenómeno que “está en Chile, que probablemente llegará a Perú; que está en Centroamérica y desde luego en Estados Unidos respecto de México hace muchas décadas”. De hecho, enfatiza que “la agricultura en California no funcionaría sin la fuerza de trabajo migrante desde México”; y que hoy atrae también a personas de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Honduras. También menciona el sur de España que recibe fuerza de trabajo desde el otro lado del Estrecho de Gibraltar, es decir, desde el norte del continente africano.
Han ocurrido y seguirán ocurriendo “Estos fenómenos son estructurales. Han ocurrido, siguen ocurriendo y seguirán ocurriendo en todo el mundo. Y, por tanto, creo que lo razonable es que lo asumamos como un fenómeno estructural, no como un proceso coyuntural. En consecuencia, que seamos capaces de definir las políticas y las regulaciones que garanticen que este proceso se hace sin precarizar el trabajo, sin afectar a trabajadores nacionales deteriorando su nivel de salario y las condiciones en que desarrollan su actividad productiva”, acota.
Por su parte, Hernán Chiriboga explica que “a nivel regional debemos ver el fenómeno de la migración como una oportunidad si se realiza bajo un sistema ordenado que asegure derechos para todos los participantes en esta cadena”. Y cita como ejemplo a Canadá, donde opera el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (SAWP por sus siglas en inglés).
Puntualiza que Barbados, Jamaica, México, Trinidad y Tobago son algunos de los países que forman parte del SAWP, para apoyar la recolección durante los períodos de mayor actividad, reducir la escasez de mano de obra doméstica y la dificultad de reclutar y retener personal, debido en parte, a una fuerza de trabajo rural en declive.
FORMACIÓN DE AGROLÍDERES
¿Cómo lograr que las labores en el campo sean atractivas y vistas como un espacio de oportunidades y desarrollo?
El representante del IICA en Chile responde que se requieren políticas públicas que permitan financiar emprendimientos de los jóvenes con características ventajosas tanto en plazos como en tasas de interés. Pero lo más importante, expone, es empoderarlos, motivarlos, formar jóvenes agrolíderes que generen nuevos negocios rurales mediante la innovación, creación de aplicativos para soluciones productivas, drones, agricultura de precisión o 4.0, e-commerce o marketing digital, mantenimiento y calibración de maquinaria, que sean capaces de leer tendencias.
Complementa lo anterior diciendo que la técnica es necesaria, pero asimismo es esencial que esos jóvenes agrolíderes estén formados en habilidades blandas, como la importancia de los valores: Humildad, honestidad, respeto, solidaridad y generación de confianza.
“Recordemos que un líder es capaz de influenciar a 10 mil personas así que, si formamos bien solo a 50 jóvenes agrolíderes, estaríamos influenciando en medio millón de personas, que trabajarán más enfocadas en los valores humanos y la generación de confianza permitiendo que nos desarrollemos como sociedad y a la vez tengamos negocios rurales exitosos que perduren en el tiempo”, concluye Chiriboga.