No hay duda de que la producción citrícola es fundamental para las economías de las provincias del norte de Argentina como Tucumán, Salta, Corrientes, Entre Ríos, entre otras. Pero para que la actividad citrícola se pueda desarrollar a pleno requiere de un favorable contexto macroeconomíco y adecuadas políticas públicas. Esto no es lo que se dio en las últimas dos décadas.
Las cargas financieras aplicadas para enfrentar las sucesivas emergencias económicas acorralaron la actividad y la exportación, y terminaron en una caída del aporte que hace el sector al estado, así como la fuerte reducción del ingreso de divisas.
Este año se esperaba recuperar parte de lo perdido ante el aumento de la demanda de cítricos a Europa, los mejores precios pagados y la apertura en los últimos años de nuevos mercados. Sin embargo, a los problemas climáticos (sequía, bajas temperaturas durante la floración) se sumaron los insuficientes cuidados a las fincas por falta de recursos financieros, problemas fitosanitarios y la reducción de superficie en algunas áreas.
En el caso del limón la temporada se adelantó gracias al otoño seco. A fines de junio se había embarcado según el INDEC 210.000 tons, volumen que superaba en un 20% al 2019. Pero la ausencia de lluvias durante el otoño y temperaturas apropiadas llevaron a un fuerte aumento de la infección de mancha negra.
Tras la intercepción de limones con síntomas en los puertos españoles, la Asociación Citrícola del Noroeste, junto con el Senasa, resolvieron a principio de julio suspender los envíos a Europa, para no poner en riesgo la seguridad fitosanitaria, lo que significó una fuerte caída de las exportaciones. Se estima que la campaña finalizará con un total exportado cercano a las 230.000 tons, lo que significa una leve caída respecto al 2019 (234.000 tons). Por otra parte, hubo una recuperación hacia Rusia y un aumento de los a EE.UU.
Situación mucho más crítica se presenta para las naranjas. En este caso hubo 5 partidas de naranjas de Jujuy con mancha negra, lo que motivó a la Unión Europea a suspender la importación de cítricos dulces desde mediados de agosto hasta fines de abril del año que viene. Se trató de una medida sorpresiva y que incluyó a las mandarinas. Había muy buenas expectativas ante la escasez de naranjas en Europa y los atractivos precios que se están pagando. Sin embargo, quedó más de la mitad de lo que estaba previsto sin embarcar.
El duro golpe lleva a un fuerte cuestionamiento. Hace años el sector está haciendo un gran esfuerzo respecto al control fitosanitario, pero no es suficiente. También nos obliga a pensar en cómo fortalecer a la citricultura en general. Creemos que no se puede poner toda la esperanza en una campaña que circunstancialmente se presenta como favorable, sino que hay que mejorar el contexto global, con una política proproductiva, favorable hacia las economías regionales, con menos carga impositiva, que se adapte a la legislación laboral, entre las medidas más urgentes.