Muchas veces hemos visto las necesidades hídricas a nivel nacional como también a nivel regional y mundial. Sin embargo, siempre nos quedamos en el análisis de las causas y sus efectos, pero pasar a la acción y resolver el problema es algo que muy pocas veces vemos.
Sabemos que existe un cambio climático que llegó para quedarse, que van a subir las temperaturas entre 2 a 4 °C, que bajarán las precipitaciones entre un 15 a un 60%, que la Isoterma subirá, que la frecuencia y volumen de precipitaciones por evento van a variar, etc.; pero ¿qué gestión podemos hacer con la infraestructura hídrica actual?
Lamentablemente no estamos preparados. Es como andar a 200 km/hr. en una carretera de una sola pista, imposible, o peor aún, ya sabemos el nivel de accidentes que van a ocurrir. En el caso del agua pasa algo similar. Su ciclo está cambiando a nivel mundial y para adaptarnos a esta nueva condición se requiere de altas velocidades. No obstante la falta de embalses, canales en buen estado, sistemas de infiltración artificial, control y monitoreo a distancia, análisis de derretimiento de nieve y glaciares, la falta de desaladoras, la falta de riegos tecnificados, no nos permite adaptarnos a las nuevas condiciones. Por tanto, entran dudas respecto a la gestión que podemos hacer y cómo podemos educar a la población.
¿Cómo le decimos a un niño que ahorre agua al lavarse los dientes cuando nos damos el lujo de verter el 85% de los recursos hídricos al mar sin resguardo alguno de ellos? ¿Cómo le podemos decir a la población que se duche 5 minutos, cuando en junio y julio ha llovido más que en los últimos 15 años en esos mismos meses, y que aún estamos con un déficit de un 30% de precipitaciones en algunas regiones y nos damos el lujo de ver cómo todo lo nevado se deshiela y en menos de 24 horas llega a las desembocaduras de los principales ríos del país?
Pues bien, llegó el momento de actuar. Aún estamos a tiempo, pero para eso se requiere liderazgo y muchas veces existirá falta de popularidad de las autoridades frente a oposiciones minoritarias, que muchas veces generan una visibilidad mayor que la mayoría de la población que se dedica a trabajar y que no vocifera sus reales necesidades.
Dicho lo anterior y como en muchos otros ámbitos a nivel nacional regional y mundial, se requieren verdaderos líderes dispuestos a actuar con un compromiso social más que velando por sus intereses personales o políticos (futuros votos o analizando si van a perder un cargo actual o futuro producto de la decisión que, saben, tienen que tomar).
Falta de agua aún no tenemos, falta de recursos monetarios tampoco, ya que la disponibilidad actual de recursos para temas agua es muy superior a gobiernos anteriores, pero compromiso social y liderazgo es la principal carencia que vemos.