La fruticultura argentina se encuentra en una etapa de transición, en donde la concentración de la producción está a la espera de los cambios que surjan de las políticas del nuevo gobierno y de las medidas que se tomen para enfrentar las consecuencias ocasionadas por la pandemia.
Solo producciones con volumen, calidad, integración, o que tuvieron subproductos de alta demanda internacional, pudieron sobrellevar las condiciones desfavorables para producir y acceder a los mercados, fortaleciéndose y con posibilidades de continuar manteniéndose por ahora.
Argentina tiene pocos productos con una posición en el mercado internacional como es el caso de los limones, peras y cerezas; algunos que la están luchando como los arándanos, mandarinas, naranjas y manzanas; los que quedaron fuera de carrera como uvas de mesa, pomelos y carozos; y un grupo formado por los que recién llegan y con un futuro promisorio como kiwis, higos y las distintas frutas tropicales que se cultivan en el norte del país.
Por otra parte, existe una agenda público – privada orientada a resolver gran parte de estos problemas, a través de reformas impositivas, laborales y una agresiva política de acuerdos de comercio internacional con foco en Asia y Latinoamérica, sin descuidar a la Unión Europea, África, el Este de Europa y los países del Norte de América.
Sin embargo, luego del acuerdo con los acreedores externos es de particular importancia el restablecimiento del crédito interno, ya que la nueva situación fiscal del gobierno le permitirá salir del mercado financiero, dejando al sector privado como único demandante, algo fundamental para el desarrollo de inversiones en el sector.
Si un productor argentino estuviera en Chile, su margen mejoraría en unos 20 puntos, por la eliminación de las asimetrías que tenemos en la actualidad. Es por esto que desde las instituciones de la producción estamos proponiendo una serie de medidas para dotar de competitividad inmediata al sector frutícola, y así recuperar la rentabilidad para sostener las actuales 800.000 toneladas de exportación.
Para lograrlo proponemos la eliminación, reducción y modificación inmediata de los impuestos distorsivos, reformas en la legislación laboral y mejoras en la operatoria logística. Por otra parte, la mejora del margen, el acceso al crédito, la apertura de nuevos mercados, y la firma de acuerdos de libre comercio completan la agenda de mediano y largo plazo.
La fruticultura mundial es uno de los negocios agrícolas más dinámicos que existen. La incorporación de tecnología, innovación, sumado a los gustos cambiantes de los consumidores y la aparición de nuevos mercados, exigen productores en permanente reinvención. Argentina tiene las condiciones para volver a ser un referente mundial y en esto estamos trabajando.